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¿Tienes Compasión? (2)

—Debes estar saludable, Reina. No te vayas a resfriar.

—…un poco.

Torpemente agarré su brazo, y el Príncipe Heinley soltó una leve carcajada. Apreté mi falda con fuerza y levanté la barbilla antes de dirigir la conversación en una dirección diferente.

—Tu carta necesita algo de ejercicio. Debes estar preocupado.

—Puhu–

—¡!

Realmente solo quería desmayarme por las próximas cinco horas. Mi cabeza estaba revuelta por el contenido de la carta. Pero las palabras ya habían salido de mi boca, y el Príncipe Heinley se mordía desesperadamente los labios para contener la risa.

 Pero las palabras ya habían salido de mi boca, y el Príncipe Heinley se mordía desesperadamente los labios para contener la risa

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—Sí. Tuve bastantes problemas para elegir un papel resistente. Tenía que asegurarme de que no se rasgara en el pico de Reina.

Aunque trató de mantener la calma, su cara seria colapsó ante su broma. Fruncí el ceño, y el Príncipe Heinley intentó agitar su mano en tono de disculpa. Pero todavía estaba ocupado riéndose.

—Lo si— ja, ja— lo siento.

—Me expresé mal.

—Lo sé. Querías preguntarme si hacía mucho ejercicio, ¿verdad, Reina?

—No, iba a preguntar sobre la salud de tu hermano.

—Bueno, mi hermano no hace mucho ejercicio.

¿En serio... este príncipe? Paré porque no me gustaban estos juegos.

Hice una expresión fría y el Príncipe Heinley inmediatamente se puso serio.

—Mi hermano dijo que se sentía peor que antes. Todavía no está en peligro, pero siempre ha sido débil.

‘‘Gracias a Dios’’  sería una mala respuesta. El hecho de que su hermano aún no estuviera en peligro no significaba que no lo estaría más adelante. Tenía una expresión ansiosa en mi rostro, y el Príncipe Heinley sonrió como para aligerar la atmósfera.

—¿Has pensado en mi sugerencia?

—¿Cuál?

—Cómo vengarse, opción uno y dos.

Se aclaró la garganta ruidosamente.

—Recomiendo la número uno.

—¿Quieres decir que tienes un hombre hermoso y respetable para que sea mi amante?

—Si no quieres un falso amante...

La voz del príncipe se apagó cuando me miró, y de repente me pregunté si el falso amante se refería a sí mismo. Sabía que no le agradaba Sovieshu. Sin embargo, me había estado tomando el pelo antes, así que le pagué de la misma forma.

la emperatriz se volvió a casar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora