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El Rey De Occidente (1)

—¡Es muy peligroso si estás hablando en serio! ¡Podrías ser condenado a muerte si dañas al Emperador!

—Entonces solo mataré a la mujer.

—Los rencores personales también son un delito grave.

Apunté mi mano en dirección al estómago de mi hermano.

—Y el bebé de Rashta es el bebé del Emperador.

—¿Un bastardo?

—El hijo de una concubina. El Emperador lo está esperando con mucha ilusión.

Mi hermano me miró con una expresión que decía “¿Qué tiene que ver eso con todo esto?”

Mi cabeza se sentía pesada. Si se tratara de cualquier otra persona, podría inventar excusas y decir que las palabras fueron pronunciadas por el impulso de los sentimientos en el momento. Pero no podía decir eso de mi hermano. Era un hombre cuyas acciones seguían a sus palabras. No, era un hombre que actuaba de acuerdo a sus pasiones.

—Muy bien, Navier. Entonces no permitiré que esa mujer dé a luz al bebé.

—Si tocas al bebé, te enfrentarás a un castigo incluso peor.

Era un gran pecado cometer un asesinato dentro del palacio imperial, pero uno aún más grande, causarle daño al linaje del Emperador. El Vizconde Langdel casi fue ejecutado, no por apuñalar a Rashta, sino por amenazar la vida dentro de su vientre. Incluso, aunque la ley no trataba a los niños de una concubina como príncipes o princesas, tampoco eran tratados como aristócratas ordinarios.

—Hermano. Incluso si matas a la Señorita Rashta como dices que harás, ¿no crees que el Emperador tomará otra concubina?

Pero a pesar de mis intentos de calmar a mi hermano, su temperamento no mejoraba. Se movía por la habitación con sus manos alrededor de su cabeza, mientras yo husmeaba las bolsas de compras y saqué uno de los regalos.

Era un sombrero. Me lo puse, esperando que lo hiciese sentir mejor. Luego de acomodar mi cabello se lo mostré, pero mi hermano estaba más enojado de lo que cualquier sombrero podría calmarlo.

Se detuvo en mi escritorio y observó mi calendario.

—¿Un banquete?

Mi agenda diaria estaba marcada en el calendario, incluyendo el banquete para el bebé de Rashta.

—Hermano.

Me apresuré a tomar el calendario, pero él fue más rápido. Ya lo había visto, y se volteó hacia mí atónito.

—¿Por qué tienes que organizar la fiesta para ellos?

—No es solamente esa. Soy responsable de todas las fiestas del palacio.

Mi hermano permaneció con la boca firmemente cerrada mientras tenía su mirada fija en mí. No obstante, sus siguientes palabras no fueron acerca del banquete.

—El sombrero te queda bien.

Su cumplido inesperado me tomó por sorpresa, pero antes de que pudiese responder, se dio la vuelta y se fue. Lo observé ansiosamente, después, me quité el sombrero y lo dejé encima del sillón.

Me mantuve de pie, como congelada, hasta que oí el sonido de un pájaro graznando cerca de la ventana. Mi mente me advirtió que podía ser un intruso, pero abrí la ventana de todas maneras y saqué la cabeza. Era difícil saber de dónde venía el sonido del pájaro.

El grito del pájaro me recordaba a Reina. Una sensación de intranquilidad me invadió. Tenía miedo de que algo le hubiese pasado al Príncipe Heinley y a Reina. No creía que ya hubieran llegado al Reino Occidental.

la emperatriz se volvió a casar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora