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Las Lágrimas Que Solo Reina Conoce (1)

—Mis disculpas, Señorita Rashta, pero ya estoy agotado.

El príncipe Heinley sonrió y se dio la vuelta.          

—No puedo bailar dos veces seguidas. El hombre guapo tiene una constitución sorprendentemente débil.

—Entonces, ¿qué tal después de tomar un descanso? Cuando recuperes tu fuerza.

Entonces...  

El príncipe Heinley repentinamente me miró, nuestros ojos se encontraron, y su mirada se suavizó.              

—Hay alguien con quien quiero bailar otra vez.            

Reflexioné sobre su repetida negativa hacia ella. Estaba decidido a evitarla, muy diferente de cómo se presentaban la mayoría de los nobles. Rashta no esperaba ser rechazada. Ella se tocó el cabello, desconcertada, y se dio la vuelta. Nuestras miradas se encontraron, pero ella no me reconoció y en cambio se volvió hacia Sovieshu con sus ojos brillando de lágrimas.          

—Su Majestad, Rashta no tiene a nadie con quien bailar.

—Toma un descanso. No puedes bailar con la misma persona dos veces seguidas.      

Rashta era similar al príncipe Heinley. Él tampoco tenía reparos en expresar sus sentimientos, mientras que la mayoría de los nobles serían demasiado orgullosos para expresar sus pensamientos en voz alta.

Hing..

Ella gimoteó como un bebé, y los nobles que la rodeaban se rieron, no por burla, sino por cariño. Rashta no era noble, y su comportamiento era grosero, por decir lo menos, pero para todos los demás, era como una novedad fresca y pura.          

—Señorita Rashta, ¿le gustaría bailar conmigo?          

Varios otros nobles se acercaron a Rashta, pero ella respondió débilmente, ‘‘No, gracias,’’ luego se dirigió hacia un costado de la habitación. Sovieshu se puso rígido, como si quisiera correr hacia ella. Si la música no hubiera empezado en ese momento, podría haber ido tras ella, pero se quedó en su lugar.              
Casualmente, la música era tranquila y el baile requería algo de distancia entre la pareja. Sovieshu y yo habíamos sido compañeros de baile desde que éramos jóvenes, y estábamos acostumbrados a llevar juntos el ritmo. De niños, nos abrazábamos riendo, quejándonos de que los pasos eran difíciles.              
Esos días ya no volverán.

Cuando recordé sostener un mapa grande y hablar sobre nuevos proyectos de construcción, sentí un escalofrío en la esquina de mi corazón. Qué estúpida e ingenua era en ese momento para creer que Sovieshu y yo estaríamos juntos por el resto de nuestras vidas. Cuando el baile finalmente nos acercó el uno al otro, todavía sentía que estábamos muy lejos.          

—Antes...      

Sovieshu habló en voz baja.

—¿De qué hablaste con el príncipe Heinley?

—Tuvimos una conversación normal

"…"

"…"

—¿Has oído los rumores sobre él?

la emperatriz se volvió a casar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora