Multiclase: Cortesana

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Desde el rincón oscuro de la taberna, me apoyé en la mesa de madera gastada, con una jarra de cerveza en la mano. La luz tenue de las lámparas de aceite proyectaba sombras parpadeantes sobre las paredes, creando un ambiente cálido y ruidoso. Lorman estaba sentado a mi lado, con los ojos fijos en Lyra, al igual que yo. La chica gato se movía con una gracia felina, sus pasos ligeros y sus movimientos llenos de una fluidez natural que llamaban la atención de todos.

No habíamos tenido que esperar mucho; en cuanto oscureció, la taberna empezó a llenarse de parroquianos. Un par de campesinos, dos hombres de armas de la milicia que seguramente pasaban en una inspección de rutina, algunos vecinos del pueblo que acudían después de un duro día de trabajo. Un par de chicas jóvenes con los mozos del pueblo reían ruidosamente desde una esquina. No estaba abarrotada, pero había cerca de veinte personas en el local. La sala estaba iluminada por varias lámparas de aceite que titilaban alegremente en las columnas de madera que salpicaban la sala, y por una enorme hoguera que crepitaba acogedoramente en la pared opuesta a la barra, donde un hombre joven y de aspecto amable servía bebidas con una sonrisa a todos los presentes.

Cuando me acerqué a pedir dos bebidas para Lorman y para mí, el tabernero intentó sacarme alguna información acerca de quiénes éramos. El bárbaro y yo habíamos sido vistos en las postrimerías del entierro del curandero, así que solo respondí con evasivas y datos vagos acerca de nuestro propósito. Acompañábamos a Silvio, un dignatario de la ciudad, en su misión de contactar con las personas que tenían influencia en la zona, como escolta y ayudante. La capital tenía la intención de mejorar los servicios de la región sin aumentar los impuestos, lo cual fue bien recibido. Incluso se ofreció a invitar la primera ronda para el bárbaro y para mí.

Aunque cabía la posibilidad de que relacionaran a Lyra con nosotros, era poco probable. La gatita había llegado casi una hora antes que nosotros y se había alojado en una de las habitaciones de la taberna. Se presentó como una trampera en busca de caza para vender y, a pesar de haber sido vista con nosotros en los actos del fallecido galeno, su atuendo y equipo cuadraban muy bien con su coartada de haber sido atrapada en el ataque de los goblins por casualidad, mientras se dirigía a los bosques al este de la aldea.

El ambiente era tranquilo. La muerte del curandero era una losa inevitable, pero no era una persona muy cercana a los habitantes del pueblo, según nos contó el dueño. Era más una especie de ermitaño que curaba y daba servicio a las personas de la comarca. Amable, sí, pero reservado. No se le conocían amigos ni familiares, por lo que nuestra versión parecía sostenerse bien. Un par de preguntas sobre cuándo serían esas mejoras y en qué consistirían, y el hombre nos atendió con la misma sonrisa con la que atendía al resto de los presentes.

Llevábamos ya media hora bebiendo y charlando en una mesa del establecimiento, respondiendo a alguna pregunta ocasional de los clientes que intentaban satisfacer su curiosidad sobre un bárbaro silencioso y una elfa errante, cuando Lyra bajó del piso de arriba.

Se había esmerado en su apariencia. Estaba limpia, peinada, con los ojos brillantes y un vestido ligero, algo parecido a lo que una muchacha de su edad en un mundo como este llevaría para sentirse bonita. Una diadema de tela, una flor en el escote y una expresión de ganas de divertirse que le hizo conseguir una bebida gratis por parte de uno de los mozos del pueblo casi de inmediato. Ella la aceptó con una sonrisa y comenzó a charlar de inmediato. Parecía muy animada.

Nuestro objetivo apareció a la media hora. Estaba vestido con ropajes más ricos de los que yo había esperado, y le acompañaban dos hombres altos y musculosos, armados con espadas y cotas de malla. Indiscutiblemente dos guardias que de inmediato se sentaron en una mesa mientras su jefe pedía bebida y comida con el tono de alguien que está acostumbrado a ser obedecido. Lyra, riendo mientras esquivaba las manos de los mozos del pueblo y las miradas asesinas de las chicas que estaban con ellos, hizo su movimiento de inmediato.

Para Toda La CampañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora