El Manuscrito

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—¿Treinta euros? ¿No le parece un poco caro para un rastrillo? —preguntó Gabriel mientras sostenía en sus manos el ajado manuscrito de impresión tan antigua que algunas partes de la portada estaban tan difuminadas que era imposible distinguir lo que se había impreso originalmente.

—Chico, eso que tienes en tus manos puede cambiarte la vida. Es el primer y único ejemplar de módulos de rol multisistemas impreso por la editorial "Círculo de Hechicería" —contestó el viejo. Un hombre de edad indeterminada, podía tener cualquier edad por encima de los sesenta y cinco años ya que su barba blanca y descuidada le daba ese aspecto que rayaba el límite de la indigencia. Sin embargo, no estaba sucio ni desaliñado. Estaba tan limpio y ordenado como su puesto de venta en el Rastro de Madrid.

El viejo miró a Gabriel con ojos inteligentes, como evaluando si este muchacho de veintidós años, con gafas y pelo poco cuidado, de vaqueros estándar, gafas de pasta estándar y camiseta de motivos fantásticos estándar, merecía el tiempo que estaba perdiendo en explicarle.

Miró a un lado, a otro. No había nadie curioseando entre las tazas de anime o entre los llaveros de juegos de ordenador. Ni siquiera la zona de miniaturas de wargames pintadas espectacularmente había atraído curiosos esa mañana. Se encogió de hombros; de todas maneras, no tenía a nadie más que atender.

—Aun así, está en un estado lamentable... le doy diez.

El hombre meneó la cabeza mientras señalaba un cartel escrito en una caligrafía lamentable que decía: "NO SE ACEPTAN REGATEOS".

—Oh vamos, no sea cabrón —dijo Gabriel desilusionado mientras calculaba cuánto dinero llevaba en monedas. Si le daba los treinta euros que pedía, significaba que la mañana de curiosear en el Rastro había terminado justo al empezar.

—Mira, no me hagas perder el tiempo. De todas maneras, creo que no lo voy a vender. Es un ejemplar único... solo se imprimieron diez.

Gabriel miró de nuevo el extraño ejemplar. "LA BÚSQUEDA DEL OJO DE D...". Una mancha no dejaba leer el resto, pero en la portada se veía una ciudad medieval de noche, con luces en las ventanas. En la contraportada solo se veía un extraño símbolo en una tipografía casi a mano y un logo que nunca había visto: "1985. Círculo de Hechicería". Nunca había oído hablar de esa editorial. Sacó el móvil y buscó en internet... Nada.

Eso le animó. ¿Era posible que de verdad fuera una antigüedad valiosa? Comenzó a valorar en serio la compra.

El viejo olió el interés de Gabriel y le susurró con una voz melosa, fruto de años de experiencia vendiendo en mercadillos. Un tono estudiado para engatusar a los individuos que se acercaban a su tenderete de curiosidades y libros raros que ponía todas las semanas en el Rastro de Madrid.

—Venga chico, veinticinco y te regalo el juego de dados original que encontré con el manuscrito.

—¿Usted lo ha jugado?

—Yo no juego a estas cosas. Lo encontré en una caja en un trastero de alquiler de esos que se subastan porque el dueño ha dejado de pagar la cuota, junto con un montón de tebeos y libros de este estilo. Como no lo he encontrado en Google, supongo que será caro. Te lo estoy casi regalando.

Gabriel miró el manuscrito una vez más. Algo en su interior le decía que debía tenerlo. Buscó en sus bolsillos y sacó las monedas. Contó con cuidado, juntando los billetes y las monedas hasta llegar a la suma acordada. Con un suspiro, entregó el dinero al viejo, quien sonrió con satisfacción y le entregó el manuscrito junto con una pequeña bolsa de terciopelo llena de dados antiguos.

—Buena compra, chico. Espero que sepas apreciarlo —dijo el viejo, guardando el dinero.

Gabriel asintió y, con el manuscrito y los dados en la mano, se alejó del puesto, sintiendo una extraña mezcla de emoción y anticipación. No sabía exactamente qué había comprado, pero tenía la sensación de que acababa de adquirir algo realmente especial.

Para Toda La CampañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora