Recuerdos bajo un cielo estrellado

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El banquete era una maravilla en sí mismo, un verdadero festín para los sentidos, me sentí como una estrella en medio de un escenario mágico. La sala estaba iluminada con una luz cálida y suave que provenía de lámparas colgantes adornadas con flores frescas. Las mesas estaban llenas de manjares que me hicieron olvidar mi preocupación por la increíble situación en la que me encontraba. Todo era un despliegue de color y aroma, y la carne, por fin, era parte de la oferta.

Me acomodé en una de las sillas, sintiendo las miradas admirativas y curiosas de las elfas más jóvenes que nos rodeaban. La conversación animada llenaba el aire mientras varias muchachas del grupo de elfas jóvenes se acercaba a mí con curiosidad y entusiasmo. Llevaban túnicas elegantes y radiantes, y sus ojos brillaban con un interés novedoso por nosotros, los visitantes de otro mundo.

El banquete estaba en pleno apogeo, y la sala estaba llena de risas y conversaciones animadas. Mientras me acomodaba en una silla cerca de la mesa, me sentía un poco tímida. El vestido que llevaba me hacía sentir como una muñeca de porcelana, y la atención que estaba recibiendo era abrumadora. Me habían vestido con tanto esmero, y ahora, en medio de la sofisticación élfica, me preguntaba cómo encajaba en todo esto.

Una de las elfas, de cabello dorado y ojos chispeantes, se acercó con una sonrisa encantadora. -¡Lyra! -exclamó con una voz musical que llenaba la sala-. Cuéntanos sobre tu vida en tu mundo. ¿Es cierto que los bárbaros son tan temidos como dicen las historias?

Mi corazón dio un salto, y me sentí repentinamente acalorada. No estaba acostumbrada a hablar de mi pasado de esta manera, especialmente sobre algo tan personal. Mi mente se llenó de recuerdos y me sentí un poco insegura. Reí suavemente, tratando de enmascarar mi nerviosismo.

-Bueno, sí, hay algo de verdad en eso -empecé, mi voz un poco temblorosa mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas-. Los bárbaros, puede ser bastante imponentes.

Al decir eso, señalé a Lorman, que estaba al otro lado de la mesa. Allí estaba él, con su gran estatura y la voracidad con la que devoraba la comida. El contraste entre su apariencia imponente y su comportamiento ruidoso en la mesa me hacía sonreír con una mezcla de afecto y timidez.

Las elfas estallaron en risas suaves y murmullos intrigados. Una de ellas, con un par de ojos verdes y una actitud juguetona, preguntó: -¿Es tu pareja? ¡Cuéntanos más! ¿Qué es lo que te atrajo de él?

Me sentí un poco avergonzada. No había planeado hablar de nuestra relación tan abiertamente. Mi rostro se sonrojó, y miré hacia abajo, buscando las palabras. -Bueno, -dije, tratando de mantener la calma-, al principio, era su fuerza y valentía lo que me impresionó. Pero también... también tiene una forma muy especial de cuidar a los que ama. A veces puede ser un poco torpe, pero es leal y tiene un gran corazón.

Las elfas estaban fascinadas, y pude ver cómo sus ojos brillaban con curiosidad. Yo, sin embargo, estaba completamente abrumada por la atención y por la honestidad de mis propias palabras.

-¡Oh, eso suena encantador! -dijo una elfa con cabello oscuro, mientras las otras asentían con entusiasmo-. ¿Y cómo es realmente? Debe ser un guapo ejemplar de bárbaro, ¿no?

Todas rieron la ocurrencia, no esperaba algo así de un grupo de elfas, pero estas eran jóvenes y con ganas de divertirse. Me reí nerviosamente, sintiendo cómo mi rostro se calentaba aún más. -Sí, supongo que sí. Lorman es definitivamente... impresionante. -Me detuve un momento, sintiendo la necesidad de ser más sincera-. Y sí, es mi pareja. No es fácil, pero... lo quiero mucho.

Mi confesión hizo que las elfas se miraran entre sí con sonrisas y susurros de aprobación. La risa en la sala se volvió más animada, y una de las elfas se acercó para ofrecerme una copa de bebida.

Para Toda La CampañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora