Estábamos caminando por el bosque, siguiendo el rastro de los goblins que se habían retirado dos días antes. Rastrearles después de tanto tiempo resultaba complicado; las huellas estaban desdibujadas y dispersas entre la maleza, como si la naturaleza conspirara para ocultar su paso.
La hora de regresar a la casa del difunto amigo de Silvio se acercaba. Habíamos encontrado suficientes evidencias de la presencia de los goblins y teníamos clara la dirección que tomaron al retirarse. Nuestro objetivo no era tanto rastrearlos hasta su escondite, sino asegurarnos de que no hubiera más de esas repulsivas criaturas acechando en los alrededores. Ya había sido bastante complicado explicar a los aldeanos la muerte de su curandero, pero al menos los cadáveres putrefactos de los atacantes sirvieron como prueba irrefutable de lo ocurrido.
Las órdenes de Silvio eran claras: no debíamos combatir, solo determinar dónde se encontraban. Estábamos a unas dos horas del pueblo, y aunque la oscuridad comenzaba a caer, el bosque seguía siendo un lugar mágico para mí. Me encantaba esa sensación de libertad que sentía cada vez que estaba al aire libre; era una característica de mi nueva raza.
Quedaban unos cuarenta minutos antes de que el sol se ocultara por completo, y alrededor de dos horas para que la oscuridad se volviera impenetrable, pero ninguna de las dos tenía miedo a la noche. Habíamos trazado un círculo amplio alrededor del pueblo para asegurarnos de que no quedara ninguna amenaza oculta. No habíamos encontrado nada preocupante; las huellas de los goblins se alejaban con firmeza del pueblo.
A mi lado, Alyssa avanzaba con la gracia innata de una elfa, su mirada fija en el suelo, concentrada en encontrar cualquier señal que nos guiara en la dirección correcta. Yo, en cambio, no podía dejar de pensar en lo extraña que se había vuelto mi vida. Hace solo dos días, éramos un grupo de amigos jugando una partida de rol, y ahora... bueno, ahora estaba aquí, en un cuerpo que no era el mío, con emociones y sensaciones que apenas comenzaba a entender. Me costaba concentrarme en la tarea de rastrear a los goblins, aunque sabía que era importante.
Alyssa no parecía notar el paso del tiempo, pero yo empezaba a impacientarme. Encontraba la tarea tediosa, y no podía evitar pensar en la taberna del pueblo, donde seguramente podría encontrar algún tipo de diversión. Ahora, esto era parte de quién era, y por mucho que intentara, no podía evitarlo.
—Creo que deberíamos volver, ¿miau? —sugerí, con un toque de impaciencia en la voz.
—Sí, yo también lo creo. Estamos seguras de que no hay ningún campamento cerca del pueblo, ¿verdad? —respondió Alyssa, sin dejar de observar el terreno.
—Tú eres la jefa de la expedición —dije con ironía y una pizca de resentimiento—. Silvio te ha puesto al mando, te considera mucho más responsable que yo.
Ella no dijo nada, continuó examinando el suelo con atención. Mientras tanto, me incorporé y dejé que mis sentidos exploraran el entorno. El oído y el olfato de mi forma felina eran una maravilla, podía detectar la serenidad del bosque: el suave vuelo de un pájaro madre regresando a su nido con comida, el olor de un ratón escondiéndose en la hierba, el canto tímido de un grillo probando su melodía antes de que cayera la noche... Incluso el tenue aroma del sudor de Alyssa, que como todo en los elfos, era más sutil. Claro, ellos siempre tan refinados.
Pero lo que realmente necesitaba era una conversación. Habíamos pasado el día entero en silencio, concentradas en nuestra tarea, y apenas nos habíamos dicho una palabra. Necesitaba escuchar su voz para sentir que no estaba completamente sola en el bosque.
—No puedo creer que estemos haciendo esto —murmuré, más para mí misma que para Alyssa, aunque sabía que me escucharía.
Ella me miró de reojo, sus ojos violetas brillando bajo la luz del sol que se filtraba a través de las ramas. —. Silvio cree que debemos encontrar a estos goblins antes de que se reorganicen. Tiene sentido, aunque preferiría saber donde están que esperara un nuevo ataque.
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Para Toda La Campaña
FantasiEn el lejano reino de Eldoria, el equilibrio del mundo pende de un hilo. Gabriel y sus amigos nunca imaginaron que una mañana en el mercadillo cambiaría sus vidas para siempre. Un ajado manuscrito, prometiendo una experiencia de juego de rol única e...