—Elfa, ¿puedes de una puta vez fingir al menos indiferencia? —Silvio le espetó a Alyssa con voz áspera, mirando con desdén la expresión de disgusto de la elfa—. Se trata de atraer a alguien que esté dispuesto a pagar una fortuna.
Alyssa fulminó a Silvio con la mirada, sus ojos ardiendo de rabia contenida. Si hubiera podido hablar, seguramente habría soltado una serie de insultos que dejarían a cualquiera en shock. Aunque esa noche, para su alivio, solo tenía que estar allí vestida como una dama de compañía y no como la esclava sexual que representaba Lyra, estaba claro que no disfrutaba la situación. Su postura rígida y su ceño fruncido lo dejaban claro.
—Dios, esto va de mal en peor, — pensó Silvio, masajeándose las sienes con impaciencia.
—¿Puedes parecer dispuesta, Lyra? Cómete a alguno con la vista.
—¿A quién? —preguntó Lyra, con una sonrisa traviesa que desafiaba la tensión del ambiente.
—Yo qué sé, al que veas más rico.
—Por supuesto, cariño, pero me debes un favor por esto. ¿Miau? —respondió Lyra con un tono juguetón, su voz ronroneante y provocativa. La mujer gato estaba vestida con apenas un pañuelo que apenas cubría sus pechos y una camisa de seda transparente que insinuaba más de lo que cubría, con un cinturón de bailarina de danza del vientre que apenas ocultaba su cintura y caderas.
Sonrió mientras comenzaba a estudiar el pequeño gentío que poblaba el supuestamente selecto club, riendo suavemente y chupándose un dedo con un gesto inocente pero cargado de malicia. Sus pequeños colmillos brillaban en una expresión deliciosamente traviesa.
—Esto no me gusta, Silvio. ¿Vas a venderla o qué? —Lorman habló en voz baja, su tono preocupado. Aunque Silvio sabía que podía confiar en el bárbaro, también era consciente de que el amor entre Lyra y el inmenso bárbaro no debía ponerse a prueba.
Habían "descansado" juntos antes de emprender la misión, aunque los chillidos de la gata gritando el nombre del bárbaro desde la habitación que compartían dejaban claro que entre esos dos había mucho más que descanso. Silvio nunca hubiera imaginado que Lyra abrazara su nueva identidad de esa manera. Recordaba a su antiguo amigo, el skater agresivo, alto y fuerte que siempre atraía a Julia, y ahora... bueno, supuso que cuando te obligan a actuar así, acabas aceptando tu papel dentro de este mundo de locos. Solo esperaba que Lorman y Lyra no pusieran en peligro su misión por lo que sentían.
Silvio pestañeó, distrayéndose un momento al pensar en la inusual relación que se había forjado.
—Tranquilo, Lorman, ella es más lista que tú, sabe lo que hace. —Como siempre, a Silvio le encantaba recordarle a Lorman su falta de perspicacia, sabiendo que esa sutil humillación lo mantenía dócil y manejable.
Alyssa estaba sentada rígida, con la mirada perdida entre los rostros de los demás. Lyra, sin embargo, ya había comenzado su número. Estaba tumbada de espaldas en una mesa, riendo y usando sus manos para acariciar su cuerpo como si estuviera jugando, provocando las miradas de todos los presentes.
—Muy bien, Lyra, sigue así. —dijo Silvio, sin dejar de observarla.
—Vete al carajo, tío. Espero que esto valga la pena, —murmuró Lyra, manteniendo su sonrisa mientras seguía con su provocador espectáculo.
Silvio no quiso seguir discutiendo. No quería romper la ilusión de la chica ni arruinar el papel que tan bien estaba desempeñando. No pasaron ni veinte minutos hasta que sobre la mesa de Silvio comenzaron a acumularse varias proposiciones. Algunos querían pasar un rato a solas con Lyra o con la elfa, mientras que otros estaban dispuestos a comprarlas directamente. Lyra se reía, acariciaba a sus supuestos pretendientes y se comportaba como una magnífica actriz, jugando a ser una puta de alto nivel, subiendo el precio por su cuerpo al fingir interés con cada uno de ellos.
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Para Toda La Campaña
FantasyEn el lejano reino de Eldoria, el equilibrio del mundo pende de un hilo. Gabriel y sus amigos nunca imaginaron que una mañana en el mercadillo cambiaría sus vidas para siempre. Un ajado manuscrito, prometiendo una experiencia de juego de rol única e...