El señor y la señora de la gente

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Lir nos condujo por un sendero que se adentraba más en la ciudad. A medida que avanzábamos, el entorno se hacía aún más impresionante. Los troncos de los árboles, entrelazados con enredaderas y flores, formaban arcos naturales por los que pasábamos, y la luz del sol se filtraba a través del follaje, creando un juego de sombras y luces que parecía sacado de un sueño.

Finalmente, llegamos a una gran explanada donde un grupo de elfos nos esperaba. Su porte era elegante y sus miradas, aunque serias, no mostraban hostilidad, sino una tranquila curiosidad. Uno de ellos, con el cabello plateado y vestido con ropas de un verde profundo, dio un paso adelante y nos indicó que nos detuviéramos.

—El señor y la señora os recibirán pronto, pero antes debéis asearos y cambiar vuestras vestimentas —dijo con una voz suave pero firme.

Nos condujeron a una serie de pequeñas cabañas, rodeadas de árboles y plantas que parecían formar un círculo protector. Dentro, había una serie de baños preparados con agua tibia y fragante, y junto a ellos, prendas de ropa cuidadosamente dispuestas.

Me despojé de mis ropas de viaje, sintiendo el alivio inmediato de la piel al contacto con el agua limpia. Después de días de marcha, el simple acto de lavarme fue casi un lujo. Cuando salí del baño, me encontré con una túnica sencilla pero hermosa, de un suave color crema, que alguien había dejado para mí. Estaba hecha de una tela ligera que caía con elegancia sobre mi cuerpo, ceñida en la cintura con un cinturón trenzado de hojas doradas. Aunque era simple, sentí que llevaba puesta una prenda digna de respeto.

Cuando salí de la cabaña, sentí una brisa suave acariciando mi piel, y el sonido de hojas susurrando en lo alto me llenó de una paz que no había sentido en días. Pero todo eso se desvaneció cuando vi a Lyra, y me quedé sin palabras.

Ella estaba allí, de pie bajo la luz filtrada del sol, vistiendo una túnica de un azul profundo que parecía hecha de cielo al anochecer. Los bordados plateados, finamente tejidos en los bordes, reflejaban destellos de luz que danzaban con cada movimiento de su cuerpo. La tela fluía sobre ella con una elegancia natural, resaltando su figura de una manera que nunca había notado antes. Lyra siempre había sido atractiva, pero ahora... ahora era algo más. Había una gracia, una suavidad en sus gestos que jamás había asociado con mi antiguo novio.

Su cabello negro, que solía estar un poco desordenado, ahora peinado en una melena corta delicada y perfecta, brillando con un tono azulado bajo la luz del sol. Y su rostro, siempre animado y lleno de vida, ahora lucía una dulzura que no había visto en ella antes. Pero lo más sorprendente no era cómo se veía, sino cómo se sentía con su apariencia. Lyra estaba radiante, como si, por primera vez, se viera a sí misma como lo que realmente era: una mujer, completa y hermosa. Y lo aceptaba con una alegría que me desconcertó y, al mismo tiempo, me conmovió profundamente.

Cuando nuestros ojos se encontraron, me sonrió con una mezcla de timidez y orgullo. No era solo la ropa, ni el entorno. Era Lyra, y había una luz en sus ojos que nunca había visto antes, una aceptación plena de quien era ahora.

—¿Qué te parece? —preguntó, dando una pequeña vuelta para mostrarme cómo la túnica caía elegantemente a su alrededor.

—Lyra... —murmuré, aún sin poder creer lo que veía—. Te ves absolutamente preciosa.

Ella sonrió, y esa sonrisa era tan sincera, tan llena de felicidad, que me hizo sonreír también. Había algo casi milagroso en verla así, tan cómoda en su propia piel. Sabía que este mundo había cambiado a todos, pero nunca imaginé que la transformación podría llegar tan lejos.

Y entonces vi a Lorman, quien había estado observándola todo el tiempo. Sus ojos, normalmente serios y concentrados, brillaban con una especie de asombro que rara vez se permitía mostrar. Estaba claramente encantado con ella, susurrando algo que no alcancé a oír, pero viéndola como si fuera lo más hermoso que había visto en su vida.

Para Toda La CampañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora