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La noche se había vuelto un campo minado de tensiones no resueltas, emociones reprimidas y deseos que ambos habían intentado, sin éxito, mantener a raya.

Damon, con el torso desnudo y aún sintiendo el frío de la habitación en su piel, observó a Liam, quien, tras su broma sobre su barriga cervecera, también se había quitado la camiseta.

Damon había notado la forma en que su cuerpo se veía, flaco pero con un poco de grasita en las caderas que, lejos de ser desagradable, le daba un aire de vulnerabilidad que sólo hacía que Damon lo deseara más.

La risa de Liam tras su comentario rompió la tensión momentáneamente, y Damon se permitió sonreír, mientras le tocaba el pequeño vello rebelde en medio del pecho.

Había algo en ese gesto que lo hizo sentir aliviado, como si las cosas entre ellos se hubieran arreglado, como si la distancia emocional que se había abierto después de lo sucedido con las cicatrices se estuviera cerrando de nuevo.

Pero la realidad era más compleja.

Mientras Damon intentaba disfrutar el momento, había una parte de él que no sabía qué hacer a continuación. Estaba acostumbrado a manejar las situaciones con frialdad, con control, pero esa noche se sentía fuera de su elemento, especialmente cuando Liam decidió abrir la caja negra que había traído.

Damon se había olvidado momentáneamente del contenido de la caja, pero cuando Liam la abrió y sacó el sobre transparente con las dos estampillas coloridas, su corazón dió un vuelco.

Damon se quedó paralizado al reconocer las pequeñas estampillas, una con una carita feliz y la otra con un corazón.

Jamie le había entregado la caja sin ninguna explicación, y ahora Damon entendía por qué.

Sin embargo, esa comprensión no le dió ningún consuelo.

Si algo había aprendido de su pasado caótico, era que no quería perder el control de sí mismo, especialmente no frente a Liam.

"No deberías tomar eso" le dijo Damon, su voz firme, casi autoritaria.

Pero Liam, con la despreocupación que solo el alcohol y la juventud pueden dar, sacó las estampillas de la bolsa y las colocó en la palma de su mano, mostrándoselas a Damon.

"Los síntomas no son tan fuertes, no te preocupes" respondió Liam, intentando sonar tranquilizador.

Damon negó con más fuerza esta vez, su mente corriendo con posibles escenarios de lo que podría pasar si ambos tomaban la droga.

Pero Liam, en su descaro, dejó una de las estampillas en la mesa y sostuvo la otra, la que tenía el corazón, en su mano.

"Podemos compartirla" dijo Liam, lamiéndose los labios de manera sugestiva, como si fuera una simple invitación a un juego.

En ese momento, Damon sintió como si fuera a estallar.

La propuesta de Liam era tan tentadora como peligrosa.

Sabía que lo que Liam estaba sugiriendo, compartir la droga a través de un beso, era una línea que, una vez cruzada, cambiaría todo entre ellos.

Damon no sólo corría el riesgo de perder el control bajo el efecto del LSD, sino también de que sus sentimientos por Liam, que ya eran intensos, se volvieran abrumadores.

Amaba a Liam, o al menos eso creía, pero...

¿Valía la pena arriesgar tanto por una experiencia momentánea?

ᡃ§ɧαʈʈeɽeᶑᡃ ≠ •°ᵈⁱᵃᵐ°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora