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|Enero | 2009|

Damon despertó con la cabeza dándole vueltas, una sensación de pesadez en todo el cuerpo, y un sabor amargo en la boca que no podía sacudirse.

Apenas recordaba la noche anterior, sólo retazos de imágenes borrosas y sonidos entrecortados.

La noche de Año Nuevo había sido un desastre, y aunque no estaba seguro de todo lo que había pasado, sabía que había bebido demasiado.

Se sentía agotado emocional y físicamente, como si la energía vital se le hubiera escapado mientras dormía.

Se levantó de la cama lentamente, sintiendo una punzada en las sienes mientras el alcohol residual en su sistema hacía estragos en su cabeza.

Se vistió con movimientos lentos y torpes, cada acción requería más esfuerzo del que normalmente tomaría. Mientras abotonaba su camisa, recordó que hoy debía ir a la clínica a recoger los resultados de sus análisis de sangre.

El pensamiento le causó una mezcla de ansiedad y apatía; parte de él no quería enfrentarse a lo que esos resultados pudieran revelar.

Damon miró a Liam, que seguía en la cama, envuelto en las sábanas, su rostro relajado en un sueño profundo.

Se acercó a él y le susurró suavemente.

"Liam, ¿quieres venir conmigo a la clínica?"

Liam murmuró algo ininteligible, se dio la vuelta y se encogió aún más en las sábanas.

"No, tengo flojera... ve tú solo..." dijo, su voz arrastrada por el sueño.

Damon asintió, aunque Liam no podía verlo, y salió de la habitación, sintiéndose más solo de lo que esperaba.

Bajó las escaleras y se dirigió al coche, el frío de la mañana lo despertaba un poco más mientras se metía en el asiento del conductor.

Condujo hacia la clínica, el silencio en el coche solo roto por el suave zumbido del motor. Había una extraña calma en el aire, como si el mundo estuviera esperando algo, una sensación que le dejó un mal presentimiento.

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Al llegar a la clínica, Damon se sintió envuelto en la monotonía del entorno clínico, la luz blanca y brillante, las paredes de un blanco impersonal, el suave murmullo de las conversaciones de otras personas que también esperaban.

Tomó asiento en la sala de espera, pasando sus ojos sobre los carteles informativos que colgaban de las paredes, tratando de distraerse mientras su mente vagaba por caminos oscuros.

Los medicamentos que había estado tomando habían ayudado a relajar sus síntomas, pero él sabía que algo seguía mal. Podía sentirlo en los momentos de debilidad que venían y se iban, en la persistente molestia en su pecho, en la forma en que su energía se agotaba más rápido de lo normal. Había algo en su cuerpo que no estaba bien, algo que no se disiparía solo con tiempo y descanso.

Finalmente, llamaron su nombre, y se acercó al mostrador.

Un hombre de mediana edad, con una expresión neutra, le entregó un sobre en blanco.

Damon lo tomó con manos temblorosas, sintiendo el peso del papel como si fuera de plomo. No se molestó en abrirlo allí mismo. No quería saber, no todavía.

ᡃ§ɧαʈʈeɽeᶑᡃ ≠ •°ᵈⁱᵃᵐ°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora