NICOLÁS
Estaba en mi despacho de mal humor, con el ceño fruncido y la mente en mil cosas. Pensaba que hoy tendría que darle el pésame a Ángela por la pérdida de su esposo anoche. Justo cuando pensaba en eso, una sonrisa amarga se dibujó en mis labios. Claro que no; si el ángel lo protegió, Connor todavía estaba a su lado.
Kevin entró al despacho, interrumpiendo mis pensamientos.
—"Sr. Álvarez" —dijo, con esa voz profundamente respetuosa que solía usar.
—"¿Qué pasa?"—pregunté, sin poder ocultar el tono brusco en mi voz.
—"Una chica muy bonita quiere hablar con usted" —respondió, mirando hacia el suelo como si se sintiera incómodo.
—"¿Una chica muy linda?" —inquirí, levantando una ceja. La idea de que alguien pudiese interrumpir mis pensamientos oscuros era singularmente atractiva.
—"Sí" —respondió, confirmando mi sospecha.
Pensé que podría ser Ángela, quizás viniendo a buscar alguna información o consuelo.
—"Hazla pasar, muévete" —dije, intentando reorganizar mis pensamientos en torno a lo que podría decirle.
Pero tras unos minutos de espera, la puerta se abrió y una chica entró. Sin embargo, era evidente que no era Ángela. Era linda, sí, pero simplemente no se comparaba con la belleza y la fortaleza que ella poseía.
—"¿Quién eres y qué quieres de mí?" —pregunté con desdén, la impaciencia marcando cada palabra.
—"¿Me puedo sentar?" —preguntó con una voz suave, pero decidida.
—"No". —Respondí, cortante—"Habla lo que tengas que decir y lárgate de mi casa".
Ella pareció dudar por un segundo, pero luego continuó.
—"Mi jefe, enemigo de los Crane y Tynes, quiere ayudarte a matarlo, pero tiene que hacer un negocio con él" —dijo, dejando caer la bomba de información.
—"¿Dijiste de Crane? ¿Quieres decir Ángela Crane?" —pregunté, un nudo en la garganta. La última cosa que quería era involucrar a Ángela en más problemas.
—"Sí" —respondió, sin titubear.
—"Dile a tu jefe que no voy a traicionar a Ángela por nadie. Yo mismo tengo poder para encargarme de quien sea" —respondí, apretando los dientes. No dejaría que nadie lo hiciera; no voy a permitir que sus enemigos se salgan con la suya.
—"Te conviene hacer negocio con nosotros" —insistió, tratando de argumentar.
—"Lárgate de mi casa y jamás vuelva" —contesté, mi voz aún más firme—"Porque no traicionaré a Ángela. No soy un estúpido para dársela a los enemigos".
La chica me miró con incredulidad, pero no dije nada más. No estaba interesado en sus amenazas ni en sus ofertas. Ángela era una aliada, y yo no puedo traicionarla. La puerta se cerró detrás de ella con un suave golpe, dejándome nuevamente a solas con mis pensamientos. Tomé una respiración profunda, tratando de despejar la nube de preocupación que me envolvía. Tenía que encontrar la manera de proteger a Ángela de la tormenta que se avecinaba.
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DESTRUCCIÓN © {2}
ActionÁNGELA CRANE Dicen que después de la tormenta llega la paz, pero en mi vida es después de la paz llega la guerra. Conmigo hagan lo que quieran, pero si tocan a mi hija, se armará la puta guerra. CONNOR TYNES Mientras viva, nadie en este mundo se atr...