Miss Telephone Lady.

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- ¿Te puedo pedir un favor?. - Tomando el pequeño teléfono le consultó avergonzado, era algo que no había planeado bien, sin embargo quería hacer, supuso que Murdoc al ser muy solitario eso también repercutia en familiares, quizás no tenía una buena relación con su mamá o ni siquiera tenía una, es por eso que le alegraba poder hacerlo charlar con alguien que ya tenía experiencia en la paternidad y en el trato de hombres que habían sido hijos.

- ¿Eh...?, bueno, me parece bien, pero espero que sea respetuoso, no sé de que le voy a conversar. -.

- Sólo sé tú misma, piensalo de esta manera, está aquí en prisión hace demasiado tiempo y está muy sólo, en el tiempo que eh estado nadie ha venido a visitarlo, velo como un hijo almenos por esta charla. -.

- Está bien, mi Studi, ya, voy a hacer eso, cuidate mucho, ¿sí?, portate bien, te amo. -.

- Tú también cuídate, te amo yo también, mamá. -.

Colgó el teléfono y esperó a que lo llevaran de vuelta, caminó por los pasillos junto al oficial hasta que el mísmo por primera vez rompió el silencio.

- Asi que crees que Murdoc Niccals merece sentirse acompañado. -.

- ...¿Disculpe...?. -.

- Piensas que ese abusador merece una decencia, no es raro de tu parte, no lo conoces por lo tanto no sabes que manoseo a una enfermera sin su consentimiento una vez, o tampoco te han contado cuando casi asesina a un muchacho a golpes que apenas había llegado a la prisión hace dos días. -.

- Por Dios... -.

- Y estás diciendo el nombre de en quién no creé, es un satanista abusador y muy mal ejemplo. -.

- Bien, pero no me interesa, todos podemos cambiar, ¿sabe?, Russel ni siquiera mató a todos esos tipos. -.

- Sin embargo cuando lo volvimos a hallar estaba en una camioneta con sus amigos muertos, ¿por qué no encerrariamos a enfermos como esos?, ¿otra vez lo habían poseído?, pero que conveniente. -.

- Mira, no quiero saber tu opinión sobre con quienes hablo, no porque seas de la ley significa que eres inmune a las maldades y nunca has hecho algo terrible. -.

Suspiró molesto y pasaron por la puerta, lo soltó en la celda y lo llamó a Murdoc para llevarlo con aquella mujer.

Se sentó frente a ella y de inmediato la mujer le señaló el teléfono, demonios, realmente estaba perdido, muy pocas veces había estado en las visitas. Lo colocó a su oído y ella lo saludó, era bastante bonita, quizás porque Stuart tenía su naríz, o sus enormes ojos, incluso su sonrisa como los rayos de sol que atravesaban el espacio entre los barrotes, esa esperanza que a cualquiera le briandaban.

- Hola, tú eres Murdoc Niccals, ¿no es así?. - Le habló la mujer sonriente.

- Eh-... si, ¿cómo se llama usted-...?, Stuart no me dijo nada. -.

- Soy Rachel Tusspot, un gusto. -.

- ¿Tusspot?. -.

- Si, sí bien el de Stuart es sólo Pot, el mío es Tusspot, es un recorte que hizo su papá, bastante molesto. -.

- Bueno, almenos es mucho más corto, mi nombre completo es bastante largo y eso me molesta. -.

- ¿Puedo saber cómo es?. -.

- Murdoc Alphonce Faust Niccals. -.

- Tienes razón, es largo, ¿qué sería "Faust"?. -.

- Tercer nombre satanista. -.

- A-ah-... Stuart no me comentó sobre eso. -.

- Perdón-... - Desvió la mirada algo apenado y avergonzado por sonar como una decepción.

- No te preocupes, angel, todos tenemos nuestras religiones. Por cierto, ¿qué te gustaría hacer cuando salgas?. -.

- Gracias por eh-... aceptarme... y yo... no lo sé... ¿caminar con la gente normal...?. -.

- ¿No te consideras normal?. -.

- No lo sé, creo que no, soy satanista, verde, mí nariz está peor que la de Lady Gaga, tengo dientes raros y una lengua larga. -.

- ¿O sea qué Stuart no es normal tampoco?. -.

- No-... Stuart si es normal, no lo sé, él es un muchacho agradable. -.

- A mí me agradas, Stuart tiene un hifema del grado ocho, cabello azúl y una altura exagerada, ¿qué lo hace diferente a ti para ser normal?. -.

- No sé, se lleva bien fácilmente, encaja con la socirdad o eso supongo. -.

- Tú también encajas, Murdoc, que se vean menos personas como tú no significa que seas un rarito. -.

- Probablemente no se ven porque todos se suicidaron. -.

- Pero no vas a seguir sus pasos si es así, porqué tú eres raro... y cómo eres raro vas a demostrar que las personas de tu tipo no tienen porque cometer errores. -.

- Se acaba la visita. - Le rememoró el policía a su lado.

- Eh-... bueno, gracias por la conversación, Rachel, me-... me agradó bastante... -.

- No hay de qué, Murdoc, procura cuidarte y cuida a mi hijo también que es bastante torpe, espero que no hagas lo mismo que las personas como tú para que nos volvamos a ver, ¿qué piensas?. -.

- Qué no lo voy a hacer, después de todo ya tengo dos cosas pendientes, volver a verla y cuidar a su hijo, es por eso que me despido también. -.

Sonrió y colgó el teléfono, lo escoltaron hasta la celda nuevamente y no pudo borrar esa alegría que sentía dentro suyo.
Se subió a su cama con un dolor de espalda y escuchó como Stuart bajaba de arriba de la misma, sentándose a su lado.

- ¿Cómo te fué?. -.

- Bien, me dió propósitos de vida. -.

- Eso me alegra, espero que no le falles. -.

- Ya tengo tres propósitos entonces. -.

- Espero que consigas medio millón de dólares y una casita en Italia. -.

- Siguen siendo tres, cállate, Stuart. -.

- Mierda, pensé que iba a funcionar. -.

Ambos se rieron un poco por esa estupidez y progresivamente acabaron acostados uno al lado del otro.
Llegó silvando una canción de Louis Armstrong y definitivamente esa pausa enorme no fué parte de la melodía, se quedó en la puertecilla sin entender a esos dos, estaban dormidos y casi abrazados en la cama de Murdoc, lo que le ardía cómo alcohol en una herida porque no tenía una cámara para poder molestarlos por el resto de sus días.

𝓣𝓸𝓷𝓲𝓰𝓱𝓽    [ꜱᴛᴜᴅᴏᴄ.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora