Bittersweet.

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- "...de la prisión Stoke Heath, el primer individuo tiene cuarenta años, cabello de color negro, piel verde, ojos oscuros, mide algo cerca de un metro con setenta centímetros y fué encarcelado por falsificación de cheques y una acumulación de multas, mientras que el segundo tiene treinta y cuatro años de edad, un cabello azulado, piel algo pálida, dos ojos negros cómo bolas de billar y cuenta con una altura de un metro con casi ochenta centímetros, la causa de su condena fué tráfico de drogas. Si bien la ley apenas ha comenzado el rastrillaje, ya tienen información aportada por otro prision-... ". - Se oía en la pequeña televisión. Stuart le apretó la mano, tenía miedo nuevamente.

- Russel nos vendió. - Se volteó a susurrarle enojado, rápidamente lo empujó hacia afuera, no necesitaba oír más de aquello.

- N-no nos vendió... estoy seguro, Murdoc... - Dejandose llevar por los empujones aún así intentó defender a su amigo.

- Es demasiado correcto para mentir, está claro que nos vendió... -.

- Pero Murdoc, lo abandonamos repentinamente por tu culpa, ¿cómo esperas que no diga nada?, es el único que podría saberlo, lo hizo por su bien y el nuestro. -.

- Estoy cansado de que lloriquees por él. -.

- No estoy lloriqueando, tú estás fingiendo que lo odias, es más amigo tuyo que mío, ¿por qué eres así?. -.

Se cubrió la boca sin reponder, lo empujó a un lado y subió las escaleras desesperado hasta los barandales en dónde vomitó directo al mar, Stuart corrió detrás suyo, si alguien los veía, seguro iban a estar en grandes problemas y sin salida de los mismos.

- ¿Estás bien?, vamos a el container, alguien quizás nos vea y ya saben de nuestra existencia... - Stuart lo tomó de los hombros mirando a todos lados por si debía correr.

- Deja de molestarme, Stuart, si, estoy bien. - Le pegó un codazo en el pecho.

- ¿Q-qué-... te pasa conmigo hoy?, ¿por qué me tratas así?. -.

- Nada, simplemente tú me estás tratando de bebé, eres un maldito mariquita raro, Stuart, eso no me gusta. -.

- Yo no soy marica, deja de decir tanta basura, se supone que ya no te caía mal... -.

- Los problemas existen, Pot, nada depende de que me caigas bien o mal. -.

- Y sólo para saber... ¿acaso tú no eres un marica cuando en las noches lloras y suplicas que no?. -.

- ¡ERES UNA MIERDA, STUART...!. -.

- No, yo no soy una mierda, Murdoc, yo no lo soy... pero lo que si soy es alguien que sabe identificar hipócritas reprimidos que tienen mucho miedo en el interior, personas que se orinan encima en situaciones de pánico... personas que tienen miedo a mostrar lo débiles y sensibles que son... -.

- Lástima, yo no soy uno de esos... estoy seguro que lo identificas cuando vas al baño a cepillarte los dientes en tu puta vida normal y bonita. -.

- No, Niccals, yo tendré miedo pero si tengo que ponerme bien los huevos lo hago, tú no, nunca lo haces porque tienes más miedo que yo, estás tan aterrado que conoces la sensación de temblar de memoria. No tuve una vida normal y bonita, ¿bueno?, eh entrado en adiccion-... - Interrumpido por un hombre que corría hacia ellos a lo lejos.

- ¡¡USTEDES DOS!!, ¡¡QUIETOS AHÍ!!. - Gritó aquella silueta poco nítida.

Stuart lo agarró de la camisa y lo obligó a correr, por inercia, Murdoc obedeció, tuvieron que escapar hasta la punta del bote en dónde se escabulleron entre los contenedores hasta llegar al que recordaban que era suyo, ahí entraron y al cerrar la puerta el peliazul se dió la vuelta, se miraban a los ojos.

- ¿Vas a seguir con esta porquería, Stuart...?, - Lo presenció lentamente acercarse a él. - ¿qué pretendes?, ¿vas a golpearme?, por favor, no me hagas reír. -.

Elevó su brazo a punto de pegarle una cachetada y Murdoc le apretó la muñeca en el agarre para evitar aquello mísmo. Una sonrisa maniática se le manifestó, luego lo empujó contra el coche recostandolo en la parte trasera dejándolo panza arriba y por último se encimo sobre él.

- Eres un tonto... - Le susurró el de pieles verdes acercándose a su oído.

- Y tú un enfermo mental... -.

- ¿Cómo me dijiste?. - Agarrándolo de ambas muñecas con un brazo se molestó, lo apretó lo suficiente para generarle un poco de dolor. - Russel no está aquí para pararnos. -.

- Enfermo mental... asqueroso... me mentiste... dijiste que me ibas a defender, no a maltratar... - Le escupió en la cara. - yo sabía que los sucios cómo tú no pueden ser buenos... -.

Tal actitud agresiva, los apodos groseros y esa declaración, la vulnerabilidad, el sonido de angustia en la voz del peliazul y aquella posición tan violenta, sus respiraciones mezclandose en el aire y el sonido, todo le estaba indicando una sóla cosa, y lo hizo, de una agresiva manera, pero lo hizo. En el silencio del container sólo se oía por el fondo el sonido del mar y por dentro el de la saliva escurriendose de sus bocas, las lenguas tocándose y los labios deslizándose, rápido esa dureza que tenía en su agarre se suavizó y lentamente soltó a Stuart, lo mismo hizo con aquél beso, el mísmo que empezaba a confundirlo muy profundamente, ¿por qué lo había hecho?, ¿qué lo había incitado?, ¿cómo es que se sentía bien?, estaban peleando, para Stuart él era un sucio, malvado, traicionero y mentiroso, un asqueroso animal que había prometido cuidarlo y por poco casi lo golpeaba, quizás era por eso, fué lo primero que pensó en hacer para remplazar el lastimarlo porque no podía hacerlo. Muy extrañamente se dejó, sumiso aceptó la lengua de Murdoc en su boca, pero es que la manera en la que se sentía lo hacía pensar en lo mucho que había extrañado sentir ese tipo de amor tan vivo y tan caliente. Paula lo había dejado hace tiempo, no recordaba bien lo que era sentir un cuerpo tan cerca del suyo moviéndose a la par de un beso, pero una vez se separaron vió la manga de Murdoc humedecerse tras ser fregada para quitar la saliva que bajaba y eso tan sólo lo hizo recordar que no era así, que en realidad él sabía que lo quería lastimar pero por alguna razón lo reemplazo con un beso, un venenoso y ácido beso. No podía aceptar que esos ojos lo miraran, había dicho tanto que le gustaban las mujeres que presentía que las cosas iban a salir muy mal luego de eso, no sólo en el lugar en el que estaban, si no, entre ellos, porque lo reconocía, de segundos a minutos unió los mapas que se habían dibujado en su cabeza, lo estaba usando para probarse, ese era su golpe y no empezaba a ser superficial, estaba yendo a lo interno, a él tampoco le gustaban los hombres, pero... ¿por qué tenía que empezar a dolerle la frialdad con la que lo veía?.

- Cerdo. - Stuart se contuvo de sus pensamientos y sólo lo llamó así.

Cerdo. Cerdo. Cerdo. Un asqueroso cerdo. Un maldito cerdo abusivo, frío y más frío, frío del mar y de las manos, frío en sus palabras, frío en los ojos de los dos y dentro de sus bocas, porque el frío era la ausencia del calor, porque el frío le recordaba no sólo a esa vez, porque el frío había estado presente en los barrotes a los que se había aferrado, porque la calidez de Russel lo había transformado y aquello lo había aplicado no sólo en Ace, si no, en Stuart, porque había decidido cambiar por la primera vez que había recibido contención, porque había tomado cómo opción correcta aceptar tal cariño incondicional de parte de alguien cómo Stuart, alguien que no sólo le daba ese cariño a él, Stuart, quién a pesar de poder haberle pateado el culo cuando estaba vomitando, fué corriendo a preguntarle si estaba bien, que también podría haber salido corriendo para abandonarlo en su estupidez e inconsciencia pero tomó la desición de agarrarlo y llevarlo hasta el contenedor, y al final del día se daba cuenta de lo mucho que merecía ese apodo, Stuart lo había protegido más a él qué él a Stuart y la promesa no la había hecho el peliazul, ahora con alejarse un poco se sentía una basura, no tenía en dónde ocultarse, mucho menos a dónde escapar, simplemente tenía que aguantar encerrado y la experiencia en eso le sobraba, ¿pero cómo podía hacerlo luego de una pelea a muerte de sentimientos?.

𝓣𝓸𝓷𝓲𝓰𝓱𝓽    [ꜱᴛᴜᴅᴏᴄ.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora