Goodbye, My Friend.

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- ¡¡MÉTELO AHÍ!! - Le gritó molesta.

- ¡¡VOY A COMPRAR ALGO!! - El peliazul se avergonzó.

- ¡¿ESTÁS DESPRECIANDO MI COMIDA?! - Ella se enojó todavía más.

- ¡¡NO, NO!!, ¡¡ES QUE ME DA PENA!!, ¡¡NO PODRÍA COMERLO, NOODS!!, ¡¡LO HICISTE CON DEMASIADO CARIÑO!! - Lloriqueo.

- ¡¡PUES POR ESO DEBES COMERLO!!, ¡APRECIA MI AFECTO, STUART HAROLD POT! - Sonrió de la risa que le daba la situación.

- ¡Está bien-...!, pero me vas a tener que dejar sacarle una foto... - Se suavizó y guardó aquél postre en el bolso.

- Por Dios, Stuart, la comida se come, no se fotografía, ahora guárdalo y ya ve a la puerta que debe estar esperando, cuidate mucho, ¿bueno?, ninguna despedida dramática, vamos a volver a vernos, que te quede claro. Envíame cartas, la invitación de cuando hagan la boda también. - Le besó una mejilla.

- Gracias por todo, Noodle... eres una persona valiosa, muy valiosa... nos vemos, ¿sí?, tú también cuídate. - Sonrió y luego se agachó a tomar el bolso, le tomó las manos y ella se las apretó un poco con afecto, al soltarse hizo un gesto de despedida con la mano y caminó directo a la entrada, ahí estaba él con un rostro de sueño, Murdoc le guiñó un ojo y sonrió todavía más, se sentía caminando al altar y eso lo hizo ponerse algo nervioso.

Tomaron el primer taxi que vieron, había bastante tráfico por lo que llegaron un poco tarde al aeropuerto, allí sólo se sentaron a esperar luego de hacer el chequeo.

- ¿Cuándo sale nuestro avión? - Preguntó Murdoc bostezando.

- A las seis, son las tres y media recién. - Respondió Stuart.

- Bien, al carajo, tengo mucha hambre y necesito masturbarme. - Se levantó de inmediato e hizo una seña para invitar a su pareja a seguirlo.

- Voy a ignorar lo segundo-... ¡OH!, Noodle cocinó algo para nostros, lo voy a sacar. - Se paró para luego acabar agachándose a buscar en el bolso aquello.

- Ni siquiera saques esa cosa, cocina horrible, ¿que hizo? -.

- ¡MURDOC NICCALS-...!, nos hizo donas, se ven muy tiernas asi que vas a tener que hacer silencio y comerlas conmigo si o si. -.

- Ni lo pienses, prueba una y probablemente termines con diabetes o hipertensión, yo me voy al bar. - Sonrió burlesco.

- Qué gran amigo, eh... me vas a dejar aquí con mi comida, solito sólo, comiendo como un soltero descuidado. - Stuart se victimizo al tomar el recipiente, al levantarse lo miró ofendido, Murdoc puso un rostro de seriedad, se acercó lentamente y volvió a sonreír pero esta vez con atrevimiento.

- Bien... "amigo", vamos a comer lo que quieras menos esa bazofia... - Lo agarró de la muñeca y le guiñó un ojo.

Mocosos por todas partes, era un infierno para Murdoc, ni siquiera sabía con que razón había accedido a comer ahí, aún así mantenía su sonrisa aunque demostrara estrés en su máxima pura expresión, Stuart estaba simplemente enternecido por los niños.

- ¿Y si compramos dos cajitas felices? - El peliazul le tironeo el brazo de la chaqueta.

- Mira lo que tengo que soportar por un maldito lindo como tú. - Lo miró molesto pero con una leve sonrisa.

- Es que me gusta pasar tiempo con mi novio. - Recalcó la última palabra y sonrió orgulloso y coqueto con sus dientes faltantes.

- Aaah, tu NOVIO... voy a tener que comprar cuatro entonces, ve buscando una mesa... novio. - Se mordió el labio inferior y le apretujo la cintura con su mano, Stuart soltó una risita nerviosa y caminó hacia la zona interior del pequeño local, allí se sentó en una de las mesas y miró a su pareja con mucho cariño, aunque todos aquellos deseos y derretimientos se esfumaron cuando sintió un pequeño tironcito en la camiseta.

- ¿Por qué-... qué azul...? - El niño abrió los ojos con mucha curiosidad.

- Ah, si, es una larga historia, de hecho cuando tenía algo de once años estaba muy tontito de la cabeza entonces de que estaba jugando y me subí a un árbol... - Contaba sintiéndose entrevistado, el mocoso se paraba muy chueco y lo veía con cara de tonto, en caso de Murdoc que estaba mirándolos a ambos desde la caja, parecía muy enojado, pues, ¿quién se creía ese niño para mirar a su novio de esa manera?, ya simplemente quería hacer el pedido y sentarse con él, poder mirarlo más de cerca, y oh carajo, no sabía como es que mágicamente era pareja de alguien como él, no sabía como Stuart lo quería tanto siendo que tenía una lista interminable de malas actitudes, más aún lo había perjudicado centenares de veces, pero ya no pensaría en eso, pensaría en lo lindo de poder besarlo con libertad, juraba hacerlo una vez llevara la bandeja a la mesa.

- Ojo... negro, ¿por qué? - El niño volvió a preguntar, de inmediato la madre apareció y lo cargó en sus brazos.

- Lo lamento mucho, señor, ¿le hizo algo? - La madre se preocupó.

- No, tranquila, sólo me estaba entrevistando, es un buen periodista. - De buen humor y simpático contestó Stuart.

- Bueno-... es tierno de su parte... - La mujer sonrió atraída, dejó a su hijo en el suelo y se acercó un poco a él. - Tiene cara conocida a alguien, sólo por curiosidad, ¿de dónde es usted? - Era una mentirita blanca sólo para urgar en los cajones.

- Inglaterra, de Crawley Sussex, no creo parecerme a nadie, tengo pelo azúl, ojos negros y dos dientes faltantes... - Soltó una leve risita.

- Ooh... entonces es europeo... sii, se parece mucho a él... ¿cómo se llama?, quizás sea su hijo. - Continúo, aquello captó mucho la atención de Stuart, ¿alguien como él?, estaba claro que era medio tonto.

- Stuart Harold Pot, ¿usted? - Inclinó la cabeza alegre.

- Para ti soy-... - Fué rápidamente interrumpida por un bandejazo en la mesa, era este tipo de piel verde que ahora la miraba con una especie de veneno irreversible.

- Para él tú no eres nadie, tranquila, no necesitas presentarte, no va a pedir tu número o tu corpiño el cuál está lleno de papeles que dicen "línea de mamás solteras zorras que quieren calentarse por llamada ya que se masturban con oírte decir 'hola'", tranquila corazón, ve a cuidar a tu retoño que se le nota en la cara que va a ser un discapacitado autista manoseador de mujerzuelas cómo tú. - Sonrió lo más desagradable que pudo y presenció la cara de ofenda de la madre cada vez más, entonces recibió una cachetada de ella pero en el fondo supo que le había ganado pues se fué a paso apretado hasta su mesa. Stuart hizo silencio la sonrisa se había bajado, no tenía una cara de horror pero si había un poco de molestia mezclada con tranquilidad.

- ¿Esa es para mí? - El peliazul señaló una cajita bastante serio.

- Por supuesto. - Contestó ahora sintiéndose agradecido de estar en esa mesa con él, pero se sentía codicioso al pedir que la situación fuera más agradable, ¿es que le había molestado sus contestaciones a esa cualquiera?, entonces hubo un gran silencio que acabó por interrumpir a los par de minutos. - ¿Te pasa algo? - Lo miró un poco.

- No tenías porqué contestarle así, ella quería averiguar si era un conocido de ella o el hijo... -.

- Si fueras un conocido de ella ya la hubieras identificado, lo otro es sólo excusa, estoy muy seguro de que no estaba buscando saber eso, conozco a las mujeres, Stuart, cuando sobrepasan los treinta y cinco y tienen hijos se empiezan a desesperar por hallar un hombre. -.

- Era muy amable, le hubieras dicho solamente que se retirara... - Se preocupó más.

- Era una molesta, quería que le quede bien claro para que no te tire ningún besito ni nada. - Rodó los ojos.

- ¡Mira!, me salió Mario... - Rápido Stuart se distrajo como un idiota.

- ¿Qué carajos-...?, ¿entonces que me dieron a mí? - Abrió bien la caja y sólo vió algo rosa, entonces al sacarlo el peliazul comenzó a reírse mucho. - ¡¿DE QUÉ TE RÍES?!, ¡¡ES MI HIJA AHORA!! -.

- Mujercita. - Sólo pronunció y continuó a carcajadas.

- ¡¡CÁLLATE O VOY A AHOGARTE CON ESTAS TETAS!! - Se unió a su humor, la verdad es que la risa se le había contagiado y ahora se veían como dos enfermos sentados en la zona de infantes, dos enfermos criminales, dos enfermos escapistas, dos enfermos fugitivos, dos enfermos libres, dos enfermos enamorados.

𝓣𝓸𝓷𝓲𝓰𝓱𝓽    [ꜱᴛᴜᴅᴏᴄ.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora