— Carajo, ¿quién estaría llamando tan tarde? — Miró al teléfono.
Abandonó ambos platos en la mesada de la cocina y se reposó al costado del dispositivo electrónico.”Hola, soy Stuart, nos atraparon a mí y a Murdoc, estamos en la cárcel por ahora, por favor, contesta lo más antes que puedas, perdón por todas las molestias que te causamos y gracias por tu paciencia.”
¿Cárcel?, quería burlarse del hecho de que no los hubieran atrapado en todo el día pero si justo a la noche, ahora se lo proponía, que complicado, cuatro criminales en su hogar.
Arrancó una hoja del cuaderno y escribió una nota para los dos hombres que ahora estaban en su hogar, buscó su abrigo y la tan maltratada billetera.— Y voy así bien rápido y ¡RUUUUUUUUUUUNNNNNRUUUUUUUUUUUUUUUNNNNN!, ¡TETAS!, ¡UNA MUJER SE LEVANTA LA CAMISETA Y ME MUESTRA SUS TETAS!, ¡ENORMES Y REDONDAS TETAS!, ¡ENTONCES ME DESVÍO Y FIIIAAAAAAAAAAUUUUUN!, ¡CHOCO! — Relataba Murdoc.
— ¡DIOS MÍO!, ¡¿Y QUÉ PASÓ?! —.
— Me levanté, salí temblando del coche, elevé los brazos, se estaban yendo todos dándome por muerto, al principio creí que no lo estaba, pero… —.
— ¡¿PERO…?! —.
— Cuando ví-… que mi CD ¡FIRMADO…! de Master of Reality sobresalía de la guantera partido… me dí por cadaver abandonado en el infierno. —.
— ¡¿CÓMO VAS A TENER UN OBJETO VALIOSO EN UN LUGAR TAN SUCIO?! —.
— ¡MI AUTO NO ERA SUCIO! —.
— Me hubiera gustado ver tu auto, de hecho. — Sonrió Stuart al asomarse por la reja.
— Te habría gustado bastante, era negro, oscuro con estrellas en las puertas, un total modelo. —.
— Suena elegante, ¿y tu hogar? —.
— Era medianamente decente, ya sabes, para tres hombres desalineados que viven la vida fuera de lo familiar y hogareño, era lo justo y necesario. —.
— ¿Tenías instrumentos? —.
— Nah, en sí eran de mi hermano, nos veía como estrellas para llevarlo a la fama, a mi hermano le decía que fuera un talentoso músico y a mí me decía que me callara y obedeciera porque aunque yo era un actor de mucho talento, tenía cosas que corregir, luego se peleaba con mi hermano por nada, al parecer acababa diciendo que ambos teníamos que aprender a cerrar un poco más la boca porque el talento no era tan fuerte como la sociedad, nos podrían juzgar mucho y hacer que todo su plan cayera. —.
— Yy… ¿no crees que aunque tuviera sus cosas malas de alguna manera quería motivarlos a tener una buena economía? —.
— Es una manera decente de pensarlo, los ánimos no faltaban, las felicitaciones sí, porque yo era el que me atrevía a salir como un ridículo a un mugriento escenario de mierda, no él, un viejo borrachin estúpido. —.
— Cuando estemos bien… ¿vamos a vivir juntos? — Llevó al frente la mirada y luego la elevó un poco.
— ¿No te molestaría…? —.
— Muds, si pagaramos un piso entre ambos, podríamos vivir bien los dos, me gustaría bastante. —.
— Pues entonces vamos a vivir juntos. —.
— Los lunes lavas los platos tú. —.
— ¡HA-HA!, ¡QUÉ CHISTOSO!, ¡VENTAJERO! — Le gritoneo Murdoc.
— Es broma… yo… creo que me gustaría vivir contigo. —.
— A mí también supongo… eres menos complicado que la mayoría de gente que conozco y valoro bastante tu personalidad. — Reposó las manos en la reja.
— Sabes… cada vez nos alejamos más. —.
— Stuart, estamos tomados de las manos, ¿a qué te refieres? —.
— Ya sabes, estamos muy cercanos como amigos pero por alguna razón las cosas están empezando a alejarnos. —.
— Satán, cállate, no te vas ni te van a alejar de mí. —.
— Ooooh… eso suena posesivo. —.
— ¡AGH!, ¡SILENCIO! — Se molestó bastante.
— Murdiii… soy tuuyo… — Se pegó bastante a la esquina y le coqueteó.
— ¡CÁLLATE! — Se ocultó por el calor que sentía en el rostro.
— No me hables así, Murdi… deja de fingir que no eres un sucio… yo sé que te gusta que te diga que soy de tu pertenencia, ¿no es así? —.
Suspiró fuertemente y le apretó la mano, se dió la vuelta y tomándose fuertemente de la reja se concentró.
— Cállate de una vez, Stuart, ojalá fueras una maldita mujer… te cogería con tanta alegría. —.
— ¡Hallo! — Se presentó Noodle en la puerta saludando, ambos muchachos se pusieron nerviosos y desviaron sus miradas, pasaron dos policías y abrieron las puertas, al momento de salir casi caen al suelo, no se habían soltado las manos.
— Uno. — Tiró la anteultima carta.
— Estás haciendo trampa, ¿no? — Se quejó Russel.
— ¿No puedes aceptar que soy un profesional jugando esto? — Ace se burló.
— Para nada, estuvimos casi el mismo tiempo en prisión y nunca te ví jugar UNO. —.
— Antes jugaba con mis compañeros cuando éramos jóvenes y libres, ya sabes. —.
— Se… extraño ser jóven y libre… la prisión me quitó la mayor parte de mi vida… ni siquiera tuve tiempo o esperanza de pensar de que me gustaría trabajar o cómo son mis gustos en las cosas. — Se lamentó y tiró una carta, luego sonrió un poco burlándose del narigón.
— Pues entonces tú y yo vamos a ser buenos amigos siempre y te ayudaré con tu casa y todas tus cosas, vas a ser un súper Russel libre independiente. —.
— Uno, gracias, Ace… te quiero, eres un buen amigo… —.
— Yo también te quiero, Russ, ¡¿PERO QUÉ CARAJOS?!, ¡¡MALDITA MIERDA!!, ¡¡DETESTO ESA MIERDERA CARTA NEGRA!! —.
— Gané, sólo aceptalo. — Sonrió mostrando su clara burla.
— ¡¡NEGRO ESTÚPIDO!! —.
— Que mal perdedor. —.
— ¡¡ÑIÑIÑI!!, ¡¡TRAMPOSO!! —.
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𝓣𝓸𝓷𝓲𝓰𝓱𝓽 [ꜱᴛᴜᴅᴏᴄ.]
Romance❝ La esperaza de Murdoc ahora es protegerme, la mía es su sonrisa. ❞ Una condena en la prisión parecería ser algo malo por la entidad que genera su sonido, pero ellos dos la utilizaron para adormecerse y sumirse en sus defensas aunque allí tuvieran...