— ¡Es una solución! — gritó Frank —. Solo estoy intentando de hacer algo bueno por el chico.
Apoyé mi cabeza a la pared, escuchaba a escondidas la discusión que se desataba entre mi tia y su esposo.
— ¿Qué tiene de malo? — interrogó ella.
— Por Dios Yura — exclamó con braveza —. Solo es un maldito deporte. No le hará daño.
— Sabes muy bien que a Jimin no le gustará.
— Solo intento que tu sobrino no sea un marica — soltó con notable desagrado.
Con un suspiro cansado me aleje de la pared para hacer acto de presencia en la discusión ajena.
— Buenos días — hablé fuerte para que notarán mi presencia en el comedor.
— Buenos días Jimin — me saludó mi tía —, tu desayuno está casi-
— No te preocupes tía — le sonreí sin ganas —. Comeré algo en la cafetería.
Dicho eso, tomé mi bolso y me dispuse a salir de la casa, pero la voz de Frank hizo que me detuviera.
— Espera Jimin, quiero decirte algo.
— Voy un poco tarde a la clase de historia así que...
— Será rápido — insistió —. Un viejo amigo es directo de un centro deportivo, me comentó que el equipo de boxeo está recibiendo nuevos reclutas y le comenté sobre tí.
— Gracias Frank pero, el boxeo no es lo mío — dije con pesadez, ya había tenido este tipo de conversación varias veces.
— Ya hablé con él — ignoró mis palabras, como siempre —. Comenzarás hoy después de tus clases.
Me extendió la mano con un pequeño folleto, en el estaba la dirección del club de boxeo, para evitar otro disgusto lo agarré.
— Te advierto que me informarán en caso de que no asistas — dijo con autoridad.
Asentí sin más y salí de ahí lo más rápido que pude, cabizbajo deje salir un suspiro cansado y saqué de mi bolsillo unos audífonos, chasquee mi lengua con fastidio mientras desenredaba el estúpido cable que siempre se enredaba como una bola de estambre, me los puse y comencé a caminar hacia la parada de autobuses intentando silenciar la incomodidad que había dentro de mí.
La música de Sam Smith me hacía sentir mínimamente bien, es dramático decir que con 18 años me sentía al borde del colapso mental, pero realmente así me sentía. Mi vida cambia drásticamente, mi mundo dió un giro de 180⁰. Y todo comenzó aquel día; ese día en específico, 13 de abril de hace dos años, mis padres y yo íbamos de camino a casa después de mi audición para una de las mejores academias de danza contemporánea de Busan, pero ese día una fuerte lluvia hizo que mi padre perdiera la visión de la carretera, no pudo ver el auto que se acercaba sin frenos a nosotros y que nos impacto con tanta fuerza que nuestro auto se volcó; no recuerdo muy bien que paso después, solo sé que fuí rescatado por los paramédicos, cuando abrí mis ojos estaba en el hospital, pero mis padres no, los doctores me informaron de su fallecimiento, tal parece que no tuvieron la misma suerte que yo.