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POV. Kim Namjoon.
Salimos de la ducha y continuamos con el buen sexo, sus labios enrojecidos se abrían formando una O con cada embestida que recibía gustoso. Sus pequeños dedos se aferraron a mi espalda y pecho en muchas ocasiones. Pese a la intensidad y la rudeza con la que lo estaba tomando, él seguía pidiéndome, no, de hecho me exigía más.
No supe que hora era, tampoco me importaba, toda mi atención estaba en él.
Cuando por fin llegamos a nuestro cuarto o tal vez quinto orgasmo, el cual terminó siendo un sexo más suave que nos dejó totalmente agotados, Jimin se dejó caer sobre las sábanas negras de sedas, con una sonrisa ligera que no pasó desapercibida ante mi mirada.
Lo observé por más de un minuto, con la adoración que un artista puede observar a algo que es extraordinario para él.
"Quiero ser tu musa"
Si, sin duda eso es lo que Park Jimin era...
Mi musa.
Jamás podría explicar como es qué él logró meterse bajó mi piel, tomó toda mi atención con tanta rapidez que incluso se adueñó de mis pensamientos... de mi arte.
— ¿Por qué me estás observando tanto? — me preguntó él en un suave ronroneo.
— ¿Acaso tienes ojos en la espalda? — mi voz era gruesa.
Él se giró y palmeo la almohada a su lado.
Acepté su invitación a mi propia cama y me acosté a su lado.
— Tu mirada es muy pesada — susurró, cambió la posición de su cuerpo y quedó sentado a mi lado —, me miras como si yo fuera...
Lo ví tragar saliva con fuerza.
— Dilo, Jimin — sus labios se cerraron con decisión — Tienes ese mal hábito de mirar a otro lado cuando estás a punto de mentir.
Acaricié su muñeca.
— Me miras como si yo fuera lindo.
Mis ojos captaban todo de una manera facil y glacial, así fue desde que era muy pequeño, quizá por eso crecí con la efectiva necesidad de consumir el mundo con mis ojos pará luego plasmarlo con mis manos, por eso mismo, lo detallaba a él.
Él era hermoso.
Por eso, le respondí:
— Eso eres.
Él sonrió de manera tímida, su dedo comenzó a deslizarse por mis oblicuos hasta llegar a mi pecho.
— Nunca imaginé que fueras un hombre de tatuajes — murmuró pensativo —. Es que eres tan serio...
— ¿Me estás encasillando en un estereotipo?
— Tal vez — mordió su labio de forma coqueta — ¿Puedo?