Estaba sentado en la cafetería, esperando al impuntual de mi amigo.
Anoche le había dejado más de 20 veces, mensajes que no fueron respondidos. Pero en la mañana, recibí uno en el que me decía que lo viera aquí. Mientras lo esperaba jugueteaba con el pitillo de mi merengada de fresa al mismo tiempo miraba hacia la entrada del lugar, unos cinco minutos después, el castaño apareció con sus mejillas rojizas por el cardio matutino.
— Aquí estoy, aquí estoy — dijo agitado y sediento —. ¿Qué pasó? ¿Hay algún chisme nuevo?
Enterré los ojos, mirándolo con notable molestia.
— ¿Se puede saber por qué no respondías mis mensajes?
— Lo siento, mi abuelo nos hizo una visita sorpresa y no podía simplemente huir a mi habitación — respondió al mismo tiempo que me arrebataba la bebida con descaro —. ¡Mi dios! Muero de sed.
El castaño dió un gran sorbo y volvió su vista a mí.
— ¿Y bien? ¿Te cogiste a mi profesor?
— Baja la voz — siseé y miré hacia todas partes al rededor de la cafetería.
— No finjas que no lo quieres.
Puse mis ojos en blanco —. Eres nefasto.
Lo tomé del brazo y lo lleve a arrastras hasta el baño del primer piso.
— En realidad-
— ¡Lo sabía! — me interrumpió —. Dame detalles, quiero todo — exigió —. Longitud, apariencia, fuerte, suave, ¡Vamos Minnie! ¡Alimenta mi loca imaginación y dame copiosos detalles!
— No me lo cogí — le siseé, intentando mantenerme casual —. Solo tuvimos un momento algo tenso, pero cuando lo pensé con calma llegué a la conclusión de que quizás solo yo me emocioné y para él no significo nada.
— ¿Y qué fue lo que paso entre ustedes?
— Me ayudo a darle forma a la arcilla, él se posicionó a mis espaldas y...
— Oh, ya, ya — Jin se enderezó —. Bueno, el profesor Kim suele ayudarnos, pero evita mucho el contacto físico innecesario.
— Olvidemos lo mio, ¿Si? — él asintió —. De lo que quería hablarte es de Hoseok. Ayer tuve una conversación con él y me dijo que era gay.
Obviamente logré captar toda su atención.
—. Cuéntamelo todo.