Mi acto de graduación sería en dos días, y yo, yo estaba completamente absorto por mi mente y miles de preguntas sin respuesta.
Los últimos tres días Namjoon había estado llegando muy tarde por las noches, no me decía el porqué y yo comenzaba a crearme mil escenarios catastróficos.
Justo esa noche decidí esperarlo en la sala principal frente a la chimenea, eran las once de la noche y él aún no llegaba.
— ¿No tienes frío? — reconocí inmediatamente la voz del castaño (déspota) a mis espaldas.
Ignoré su pregunta.
— No te dijo a dónde iba, ¿No es así?
Exhalé.
— No — dije finalmente — ¿Usted sabe dónde está?
— Sí, pero no es mi deber decírtelo.
«Paciencia, paciencia.»
Me susurraba a mi mismo.
Mantuve mis ojos firmes en el débil fuego de la chimenea, deseando que aquel hombre me dejara solo, pero para mí mala suerte, no fue así.
— Felicidades por tu graduación — me dijo —, creo que es apropiado felicitarte ahora ya que mañana parto nuevamente a Manhattan.
«Gracias a Dios y al universo.»
— Claramente no te agrado.
— Eso es obvio — afirmé.
Escuché sus pasos aproximándose a mí, y sin más terminó por sentarse al otro extremo del sofá.
Él silencio fue absoluto, hasta que él decidió romperlo...
Y muy pronto comencé a desear que no lo hubiera hecho.
— ¿Vas muy en serio con mi hermano, no es así?
No respondí.
— ¿Qué tanto sabes? — se aventuró a indagar, pero yo me mantuve en silencio, escuchándolo —. ¿Te contó sobre Él?
— Si. Sé todo así que si lo que busca es traer malentendidos a nuestra relación, le pido que se abstenga, porque créame que me importará muy poco medir mis palabras.
— ¿Es una amenaza?
— Es una advertencia.
— Tengo mucha curiosidad por saber que tanto te dijo.
Me levanté y le di una mirada fulminante.
— Me importa una mierda su curiosidad — le respondí con braveza.
— ¿Estás seguro, Park? — me reto, se levantó del sofá imitando mi acción y se acercó a mí — Quien quita y resulta que terminas con más curiosidad que la mía.
Guardé silencio, y me maldije por querer escuchar la mierda que claramente estaba ansioso por soltar.
— ¿Te dijo que es un adicto? — soltó sin ninguna sutileza.
Siseé y le di una mirada gélida.
— Pero, date crédito, lindo. Desde que llegué aquí noté que no ha consumido, y asumo que es por tí — sostuve su mirada —. ¿Qué tan especial eres?
Apreté mis puños.
El castaño se acercó más y sonrió de manera perversa.
— Acepto que eres muy lindo, quizá por eso Namjoon se fijó en tí a pesar de ser bastante joven.