Capítulo 23

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Ángeles continuó atando las muñecas de Cate con la cuerda de seda roja, asegurándose de que el nudo no fuera demasiado apretado, pero lo suficientemente firme como para mantenerla inmovilizada. Cate observaba en silencio, su respiración acelerándose mientras sentía cómo su cuerpo respondía al toque cuidadoso pero firme de Ángeles.

— ¿Estás bien, amor? — susurró Ángeles, buscando confirmar que Cate seguía cómoda con lo que estaba sucediendo.

Cate asintió, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que sentía en ese momento. Su mente era un torbellino de emociones, curiosidad, anticipación, y una mezcla de nerviosismo con deseo. Ángeles la envolvía en una atmósfera que era tan intensa como intrigante.

— Confío en ti, Ángeles — finalmente murmuró Cate, cerrando los ojos mientras Ángeles le ponía la venda negra sobre ellos, oscureciendo su visión por completo. Sin la vista, los otros sentidos de Cate se intensificaron. Podía oír cada respiración de Ángeles, sentir cada pequeño roce contra su piel, el suave susurro de la tela al moverse.

Ángeles se tomó un momento para admirar a Cate, recostada y vulnerable, entregándose completamente a ella. Había algo intensamente hermoso en la confianza ciega que Cate le estaba ofreciendo. Sin embargo, también sabía que debía proceder con cuidado, esto era tanto una exploración para Cate como una prueba para ella misma. Sin decir nada, Ángeles comenzó a deslizar sus manos por el cuerpo de Cate, tocando suavemente sus brazos, su cuello, sus costados. La falta de visión hacía que cada caricia fuera más pronunciada, más intensa. Ángeles estaba decidida a hacer que Cate disfrutara cada segundo, pero también a llevarla a un lugar donde las barreras entre ellas se desvanecieran por completo. De repente, Cate sintió cómo Ángeles bajaba sus manos hacia sus muslos, levantando lentamente la fina tela de la lencería que llevaba. Cada movimiento era deliberado, cada toque calculado para provocar una reacción. Cate no pudo evitar gemir suavemente, sus caderas levantándose instintivamente hacia el toque de Ángeles.

Ángeles sonrió al escuchar la reacción de Cate. Deslizó sus dedos sobre la suave piel de su esposa, acariciando, provocando, hasta que sintió a Cate retorcerse debajo de ella.

— Me encanta cuando te entregas así — susurró Ángeles, inclinándose para besar suavemente el cuello de Cate, mordisqueando ligeramente su piel, provocando un nuevo gemido de placer.

Sin previo aviso, Ángeles se alejó un poco, dejando a Cate con la respiración entrecortada y un anhelo que crecía dentro de ella. Sintió cómo Ángeles se movía por la habitación, escuchando el sonido de algo que se recogía del cajón. Antes de que Cate pudiera procesar lo que estaba sucediendo, sintió cómo Ángeles comenzaba a acariciarla de nuevo, esta vez con un objeto frío y firme. Se dio cuenta de lo que era y su cuerpo respondió con una mezcla de sorpresa y excitación.

— Quiero que sientas todo lo que yo siento por ti, Cate — dijo Ángeles, su voz ahora más profunda, más cargada de deseo. Comenzó a usar el strap-on con delicadeza al principio, entrando en Cate lentamente, dejando que su cuerpo se acostumbrara a la sensación. Cada movimiento era calculado, diseñado para llevar a Cate al límite, pero sin empujarla demasiado rápido.

Cate arqueó la espalda, sus labios soltando un gemido de puro placer. Las manos de Ángeles sujetaban sus caderas con firmeza, mientras aumentaba el ritmo gradualmente, cada embestida más profunda que la anterior. El dolor suave de la cuerda en sus muñecas, la oscuridad de la venda en sus ojos, y la intensa conexión que sentía con Ángeles, todo se combinaba para crear una experiencia que la hacía perderse por completo en el momento.

— No pares, Ángeles — jadeó Cate, su voz entrecortada, su cuerpo respondiendo al ritmo creciente de Ángeles. Estaba tan cerca, y podía sentir cómo cada fibra de su ser se tensaba, preparándose para el clímax que se avecinaba.

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