Capítulo 3

28 3 0
                                    


Mientras Cate permanecía en la clínica recuperándose tras el parto y cuidando de Ada, Ángeles se dirigió a la hacienda Las Rosas con un propósito especial. Su plan era pintar la habitación de la bebé como un regalo para Cate, un gesto que reflejaba su aprecio y cariño.

Ángeles, con una sonrisa decidida, se adentró en la habitación de la pequeña. Con pinceles en mano y una paleta de colores suaves, comenzó a trabajar en las paredes. Los tulipanes rosados y amarillos en tonos pasteles florecían por toda la habitación, rodeados de delicadas mariposas y nubes difusas en blanco y rosa. Cada trazo era hecho con cuidado y dedicación, creando un ambiente etéreo y sereno.

Más tarde, cuando la habitación, Cate le entregaba la bebé a la pelirroja.

- Ángeles, ayúdame a pararme nuevamente, por favor. Me daré un baño antes de irnos a la hacienda - dijo Cate, su voz llena de cansancio pero también de anticipación.

- Claro, tómate tu tiempo. Yo cuidaré de la princesita mientras - respondió Ángeles, sonriendo al pensar en la sorpresa que tenía preparada.

Una vez que Cate terminó su baño, se colocó un vestido blanco floreado, se secó un poco el cabello. Luego Ángeles la acompañó de regreso a la hacienda. El ambiente en la casa estaba lleno de alegría y movimiento. Los trabajadores, al ver a Cate y a su pequeña, se mostraron contentos y les dieron la bienvenida con cálidos saludos. María, la ama de llaves, les ofreció un jugo lleno de vitaminas para que Cate se reponiera.

La pelirroja cargó a Ada, llevando a la bebé hasta la habitación en donde delicadamente realizó con pincelazos tiernos dibujos. Cate, aunque un poco cansada, las seguía de cerca caminando con cuidado. Al abrir la puerta y ver la habitación, sus ojos se llenaron de lágrimas de emoción, sin dudas estaba muy hormonal.

- Ángeles, está hermoso - dijo Cate, mirando el trabajo de Ángeles con admiración. Las paredes estaban decoradas con los detalles más tiernos y encantadores, creando un espacio perfecto para la bebé.

Ángeles dejó a Ada en la cuna, y se volvió hacia Cate, quien la abrazó con mucha felicidad espontáneamente. El gesto de Ángeles no solo decoraba la habitación, sino que también daba un toque de calidez y amor que era justo lo que Cate necesitaba en ese momento.

- Gracias - dijo Cate, con la voz entrecortada por la emoción. - Esto significa mucho para mí.

Ángeles, sintiendo el abrazo y el agradecimiento de Cate, sonrió ampliamente. Su esfuerzo había valido la pena, no solo por el resultado final, sino por la felicidad que había traído a Cate. Mientras Cate se acomodaba en la habitación, Ángeles se quedó a su lado, disfrutando de la satisfacción de haber contribuido a hacer de la nueva etapa de Cate un poco más especial y hermosa.

- Cate, deberías ir a descansar. Me quedaré cuidando a la bebé. Te la llevo en caso de que despierte. Necesitas descansar y ponerte muy fuerte - dijo Ángeles con firmeza, preocupada por el bienestar de Cate.

- Te lo agradezco, cariño - respondió Cate.

Se posó un leve rubor en la pelirroja apareciendo en sus mejillas ante el término afectuoso. El "cariño" pronunciado por esos hermosos labios de la rubia tenía un efecto reconfortante en Ángeles.

- Descansa bien - se despidió Ángeles, mientras se iba a su cuarto.

Ángeles, aún en medio de un período de exámenes, decidió sacar su libro de teorías del arte para leerlo en la habitación. Con el tiempo, su cansancio la venció, y sin darse cuenta, se quedó dormida en el sillón cerca de la cuna. Los suaves sonidos tiernos de la bebé Ada la despertaron, y al abrir los ojos, se dio cuenta de que Cate estaba sentada en el sillón, alimentando a la pequeña.

ÁNGELES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora