Un día gris y lluvioso envolvía la hacienda Las Rosas en una atmósfera de calma y confort. Cate y Ángeles estaban acurrucadas cerca de la chimenea, disfrutando del calor que brindaba el fuego y del suave crepitar de las llamas. Mientras jugaban con Ada, la pequeña balbuceaba palabras incomprensibles, sonriendo ante la atención de sus madres.
Sobre una mesa cercana, había frutillas frescas y trozos de mango, que Cate y Ángeles compartían con gusto, celebrando el simple placer de estar juntas.
Ángeles, con una sonrisa radiante, tomó la mano de Cate y la miró a los ojos, su amor evidente en cada gesto.
— Cariño, muero por casarme contigo. — Ángeles dijo con sinceridad, sus ojos llenos de emoción. — Te verás hermosa en cualquier vestido.
Cate, embobada por la intensidad de la mirada de Ángeles, sonrió tiernamente y acarició su mejilla.
— Yo también estoy ansiosa por casarme contigo. — Respondió Cate, su voz cargada de amor. — Nos veremos hermosas en cualquier escenario, ¿cierto, bebé? — Miró a Ada, quien observaba a Ángeles con curiosidad.
Ada balbuceó, como si entendiera la conversación, y Cate la miró con ternura.
— Tu madre es muy hermosa, ¿verdad? — dijo Cate a Ada, acariciando suavemente su cabello.
Ángeles sonrió al escuchar las palabras de Cate y se inclinó hacia ella, su tono se volvió más serio pero lleno de amor.
— Ada, yo mataría por tu madre y por ti. — Ángeles dijo, su voz cargada de devoción.
Cate tomó las palabras de Ángeles con ternura, su corazón rebosante de amor por la familia que estaban construyendo juntas. Se acercó a Ángeles y le dio un beso suave en los labios, sellando sus sentimientos.
— Te amo — susurró Cate, su voz cargada de emoción.
Ángeles respondió al beso con calidez, abrazando a Cate y a Ada con un amor profundo que parecía envolverlas en un manto de seguridad y afecto. El fuego crepitaba suavemente en la chimenea, mientras la lluvia golpeaba el exterior, creando un telón de fondo perfecto para ese momento de intimidad y felicidad compartida. Las tres, reunidas en la acogedora sala, disfrutaban de la sensación de pertenencia, ignorando completamente las sombras que acechaban en el pasado de Ángeles.
— Me gusta este ambiente para nuestra boda — comentó Cate con entusiasmo, señalando una imagen en la revista que sostenía. En la página se mostraba una boda al aire libre, con luces colgantes creando un ambiente mágico. Las mesas estaban adornadas con manteles blancos impecables, elegantes lozas, y delicados cuernitos, rodeadas de un mar de flores.
Ángeles asintió, compartiendo la emoción de Cate.
— Sí, me encanta — respondió mientras pasaba las páginas de su propia revista, deteniéndose en una sección de vestidos. — Mira estos vestidos de dama de honor. Están de moda y son hermosos. Nuestras chicas se verán espectaculares con ellos.
La atmósfera en la hacienda era de pura felicidad, con risas y planes de boda. Cate se aferraba a ese amor con todo su ser, viéndolo como un refugio seguro, miraba a Ángeles con ojos llenos de amor, sin sospechar que la mujer que tenía frente a ella no era solo la novia que soñaba.
Los días siguientes pasaron volando. Ángeles estaba a punto de terminar su semestre por lo que estaba sumergida en trabajos de la universidad, y no le daba tiempo de vigilar a su novia. Cada vez le faltaba menos para completar su licenciatura en artes. Mientras tanto, Cate aprovechaba la ausencia de su novia para visitar los sembradíos y disfrutar de la tranquilidad que le ofrecía la naturaleza.
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ÁNGELES
FanfictionÁngeles Francés, una joven estudiante de licenciatura en artes, llegó a la majestuosa hacienda Las Rosas, donde había sido contratada para trabajar como niñera. Proveniente de una familia modesta, había aprendido a luchar por sus sueños, y este trab...