Capítulo 9

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Habían pasado unos días desde aquella noche en que Cate y Ángeles durmieron juntas, y la tensión entre ellas había crecido. Aunque ninguna había hablado del tema, el deseo era palpable. Ángeles no podía soportar más el silencio y decidió que era el momento de acercarse a Cate, aunque fuera poco a poco. Sentía una atracción intensa por ella y sabía que el sentimiento era mutuo, aunque ambas trataban de mantenerlo en secreto cada una por su lado aunque para los demás era muy evidente aquel sentimiento.

Cate, por su parte, se encontraba constantemente tentada. Ángeles estaba más sexy que nunca, con faldas cada vez más cortas que dejaban poco a la imaginación. A veces la encontraba limpiando la habitación de Ada con una con la falda alzada dejando ver la lencería rosada, era simplemente una tortura. Cada vez que la veía, su mente se desviaba hacia pensamientos prohibidos.

— Cate, hoy quiero montar a caballo. — Ángeles se acercó a la rubia con una sonrisa juguetona mientras estaba en la cocina, preparando el desayuno. — ¿Te gustaría acompañarme?

Cate miró a Ángeles, quien llevaba un vestido azul muy corto, botas negras y un lazo negro en el cabello. El conjunto resaltaba sus piernas largas y bien tonificadas, y Cate no pudo evitar que su mente se llenara de pensamientos ardientes.

— ¿Montar? — Cate preguntó con una mezcla de sorpresa y deseo. — Claro, me encantaría.

En los establos, el ambiente estaba cargado de una tensión palpable. Cate estaba en vaqueros azules, una camisa blanca ajustada que resaltaba sus curvas y botas cafés, con un sombrero vaquero que añadía un toque de sensualidad a su apariencia. Se veía espléndida, y Ángeles no podía apartar los ojos de ella.

— Vamos, te enseñaré a montar. — Cate dijo mientras ayudaba a Ángeles a subir al caballo. Ángeles se agarraba del caballo con las riendas, tratando de mantener el equilibrio.

— No sé si podré hacerlo, — Ángeles admitió con una risa nerviosa, mientras Cate tomaba el control del caballo. — ¿Me vas a ayudar?

— Claro, yo dirigiré el caballo. — Cate aseguró mientras se posicionaba detrás de Ángeles. El contacto entre sus cuerpos era inevitable. Cada vez que Cate movía el caballo, sus cuerpos se rozaban, creando una sensación intensa.

Ángeles se sujetaba con firmeza del caballo mientras Cate guiaba el animal con precisión. El calor de Cate en su espalda era evidente, y Ángeles podía sentir el ritmo acelerado del corazón de Cate contra su cuerpo.

— Relájate y sigue el movimiento del caballo. — Cate susurró cerca del oído de Ángeles, su aliento cálido acariciando su piel.

— Intentaré hacerlo, — respondió Ángeles, con la voz entrecortada por la proximidad y el roce constante de Cate.

Cate mantenía sus manos firmes en las riendas, asegurándose de que Ángeles no perdiera el equilibrio. La cercanía de Ángeles, con su vestido rozando las piernas de Cate, hacía que el deseo fuera casi incontrolable. Cada movimiento del caballo intensificaba el roce entre sus cuerpos, y la tensión se hacía más palpable, Cate estaba encantada con el trasero de Ángeles rebotando entre sus piernas.

— Eres muy buena en esto, — Ángeles comentó con una sonrisa, sintiendo el calor y la fuerza de Cate a su lado.

— Gracias, — Cate murmuró, tratando de concentrarse en la tarea mientras su mente estaba llena de pensamientos ardientes. — Solo concédele un poco de confianza al caballo, y todo saldrá bien.

Mientras el caballo avanzaba, Ángeles se aferraba a los brazos de la rubia y en ocasiones se sujetaba de los muslos de la rubia. Cate pensaba que Ángeles lo hacía por seguridad, pero la pelirroja lo hacía para sentir a la rubia más de cerca. Finalmente, al llegar al final del recorrido, Cate detuvo el caballo y ayudó a Ángeles a bajar. La atmósfera estaba cargada de una anticipación palpable. Ángeles se volvió hacia Cate, sus ojos llenos de deseo reprimido.

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