Capítulo 2

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Ángeles estaba sentada en un aula de clases, revisando sus respuestas en un examen de historia. Las hojas de papel estaban esparcidas frente a ella, y su mente intentaba concentrarse en las fechas y eventos importantes mientras el reloj en la pared avanzaba lentamente. La sala estaba en silencio, salvo por el ocasional susurro de un compañero de clase que también estaba inmerso en sus estudios. Finalmente, el timbre sonó, indicando el final del examen. Ángeles guardó sus cosas y se preparó para irse a casa. Salió del edificio con una sensación de alivio y cansancio, cuando su teléfono sonó, interrumpiendo sus pensamientos. Miró la pantalla y vio un número desconocido.

— ¿Bueno? — dijo Ángeles, intrigada y esperando una respuesta.

Del otro lado de la línea, solo se escuchaban jadeos entrecortados. La voz de Cate, agitada y dolorida, rompió el silencio.

— Ángeles, el bebé viene en camino. Estoy en casa... ven por mí, por favor.

El corazón de Ángeles dio un brinco. La voz de Cate estaba llena de desesperación y angustia. No había tiempo que perder.

— Claro, voy enseguida — respondió Ángeles con firmeza, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. Descolgó el teléfono y comenzó a caminar apresuradamente hacia su auto, su mente corriendo con pensamientos de cómo ayudar a Cate en ese momento crucial.

Mientras conducía hacia la hacienda, Ángeles sentía una sensación de urgencia y anticipación. El tráfico parecía eterno, pero finalmente llegó a la elegante residencia, donde el ambiente tranquilo contrastaba con la tensión de los momentos previos al nacimiento. Se dirigió rápidamente hacia la entrada, donde Cate estaba esperando en el vestíbulo, visiblemente incómoda y preocupada.

— ¡Cate! — exclamó Ángeles, acercándose a la mujer que estaba de pie con dificultad, tocándose la barriga con una mano mientras la otra se aferraba a la pared.

Cate, con una expresión de dolor en su rostro, la miró con una mezcla de alivio y angustia. Sin pensar en ello, Cate tomó la mano de Ángeles con fuerza, buscando un apoyo tangible. Ángeles sintió el apretón inesperado, pero en lugar de incomodarla, la hizo sentir más conectada con la situación.

— Gracias por venir tan rápido — dijo Cate con voz entrecortada. Ángeles la ayudó a caminar hasta el auto, manteniendo la calma a pesar del creciente nerviosismo en su interior.

Mientras Ángeles conducía con cuidado pero con rapidez hacia el hospital, Cate mantenía la mano de Ángeles firmemente aferrada a la suya. El contacto proporcionaba una sensación de consuelo en medio de la angustia y el dolor. Ángeles, con la mano de Cate en la suya, sentía una mezcla de responsabilidad y nerviosismo por la situación.  Finalmente llegaron al hospital. Ángeles ayudó a Cate a entrar, asegurándose de que recibiera la atención médica.

El hospital estaba tranquilo durante el día, con luz natural entrando a través de las ventanas y un zumbido ocasional de un carrito de enfermería en los pasillos. Ángeles, aliviada de que Cate estuviera recibiendo la atención médica necesaria, trató de calmarse mientras esperaban en la sala de espera. La mente de Ángeles seguía agitada, pero su corazón estaba decidido a estar ahí para Cate, además era su trabajo.

Cate, después de ser revisada por el personal médico, fue conducida a una habitación de maternidad. La habitación estaba diseñada para ser cómoda y relajante, con suaves tonos pasteles y una cama que se ajustaba para mayor comodidad. A pesar de la serenidad del entorno, el dolor de Cate era evidente, y su rostro mostraba una mezcla de ansiedad y dolor.

Cuando Ángeles se acercó a la habitación, Cate levantó la mano con dificultad y la miró con una súplica en los ojos.

— Ángeles, ¿podrías... venir conmigo al labor de parto? — pidió Cate, su voz temblando un poco. — No quiero pasar por esto sola. Siento que tenerte aquí me haría sentir más segura.

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