Capítulo 25

13 1 0
                                    

Ángeles llegó a la hacienda temprano aquella mañana, lista para un día que prometía ser tranquilo. Sin embargo, al entrar en la cocina, su tranquilidad se evaporó al instante. Allí estaba Doth, la niñera joven y encantadora que Cate había contratado recientemente, ya que su otra niñera había renunciado, pero en realidad Ángeles la mató. Doth estaba ayudando a Cate con algunas tareas domésticas mientras la bebé, Ada, jugaba en su cuna cercana.

Cate, con unos jeans ajustados que acentuaban su figura, se inclinó para sacar algo del horno, y Ángeles no pudo evitar notar cómo los ojos de Doth se detenían en las curvas de su esposa. El interés en la mirada de la niñera era evidente, y eso hizo que algo se encendiera dentro de Ángeles.

Se quedó en la entrada de la cocina, observando cómo Doth seguía con la mirada a Cate cada vez que se movía. Era un gesto sutil, pero para Ángeles, era como una alarma que no dejaba de sonar. La forma en que Doth sonreía cada vez que Cate decía algo, cómo se apresuraba a ayudarla, incluso la manera en que se inclinaba para estar más cerca de ella, todo apuntaba a una cosa, Doth estaba claramente interesada en Cate, y Ángeles lo sabía.

- Buenos días, cariño - saludó Cate al verla, sin darse cuenta del huracán que se formaba en la mente de su esposa.

- Buenos días - respondió Ángeles, con una sonrisa tensa, mientras sus ojos se clavaban en Doth, quien rápidamente apartó la vista de Cate y fingió estar concentrada en limpiar la encimera.

- Doth, ¿podrías ir a revisar a Ada? - pidió Cate amablemente.

- Claro, señora Cate - contestó la niñera con una sonrisa, y se dirigió hacia la cuna, pero no sin antes echarle una última mirada a Cate.

Ángeles aprovechó el momento para acercarse a su esposa y rodearla con los brazos por la cintura, pegándola suavemente contra sí misma.

- ¿Qué estás cocinando? - preguntó Ángeles, inhalando el aroma del desayuno, aunque su mente estaba en otra parte.

- Sólo unos muffins - respondió Cate, girándose ligeramente para mirarla a los ojos. - ¿Estás bien? Pareces algo... tensa.

- Sí, estoy bien - mintió Ángeles, aunque sus ojos seguían observando a Doth desde el otro lado de la cocina, mientras esta le hacía arrumacos a Ada.

Cate, ajena al malestar de Ángeles, se giró para continuar con su tarea, pero Ángeles no estaba dispuesta a dejar que la situación continuara. Se acercó aún más, susurrando al oído de Cate.

- ¿Qué te parece si hoy me encargo yo de Ada y los niños? - sugirió con una voz suave, pero firme.

Cate, sorprendida, levantó la mirada.

- ¿Segura? Pensé que tenías una tarde ocupada.

- No tanto como para no pasar tiempo con mis hijos - respondió Ángeles, enfatizando las últimas palabras, dejando claro que quería tomar el control de la situación.

Doth, que había estado observando la interacción de reojo, notó la tensión en la voz de Ángeles. Se sintió incómoda, pero no lo demostró.

- Doth, gracias por tu ayuda. Puedes tomarte el resto del día libre - añadió Ángeles, cortando cualquier objeción de Cate antes de que pudiera formularse.

Doth se quedó helada por un momento, pero luego forzó una sonrisa.

- Claro, como usted quiera, señora Ángeles - dijo, tratando de ocultar su decepción.

Cuando la niñera finalmente se fue, Ángeles soltó un suspiro de alivio, aunque sabía que este no sería el final del problema.

Cate se giró para enfrentar a Ángeles, con una expresión que mezclaba confusión y preocupación.

ÁNGELES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora