Capítulo 16

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—Creí que ya se había ido a sus aposentos, Alteza.

—Lo había hecho —comentó despacio—, pero no pude dormir debido a la música.

Mantuvo su mirada en su abanico, el cual está pintando, como es su costumbre. Su manía por hacer abanicos comenzó cuando tenía siete años, un par de doncellas y jóvenes maestros habían llegado al palacio para darle regalos a sus padres, se escabulló en la noche y los vio haciendo abanicos desde cero.

Por suerte nadie le prohibió tener un pasatiempo como ese, ya que según se decía que entre más pasatiempos tuviese una princesa, más inteligente sería. Aunque quizá solo eran habladurías de los ancianos.

—¿Me permite ayudarla? —la forma en la que la capitana Engfa habló hizo que la princesa se sintiera extraña. Engfa parece estar triste o más bien, parece sentirse en soledad.

—Siempre que pueda tomar un pincel y hacer trazos suaves, puede ayudarme.

Engfa caminó hacia la mesa en la que Charlotte se encontraba trabajando, se sentó en el otro extremo de la mesa y tomó un pincel y un abanico completamente en blanco. Se quedó pensando en lo que pintaría en el abanico.

Hay varios botes de pintura alrededor de la mesa, incluso la mesa se encontraba manchada de pintura de hace tiempo. Se preguntó cuánto tiempo había estado usando Charlotte aquel lugar, ya que la mesa en verdad se encontraba manchada de pintura. Hay unos colores que ya no se pueden diferenciar debido a qué hay otros tres sobre ese color.

Notó que las manos de Charlotte al igual que su ropa están manchadas de pintura.

Le pareció divertido ver a la princesa tan concentrada en su abanico, mantiene su ceño fruncido y está muy inclinado hacia adelante. Sostiene un pincel de punta muy fina, por lo que se preguntó sobre lo que está pintado en el abanico.

—Solía pintar antes.

Charlotte alzó su mirada para mirarla de reojo, después volvió su atención hacia su abanico.

La capitana tomó un pincel de punta gruesa y lo remojó en la pintura azul celeste, pensó que hacer un paisaje sobre el abanico sería una buena idea. Comenzó a pasar el pincel despacio, tiene miedo de arruinar el abanico.

—Dejé ese hábito cuando comencé a trabajar aquí, de todas formas, no era tan buena como lo es usted, Alteza.

—Me gustaría ver una de sus pinturas para ver si no era tan buena —dijo.

Engfa negó múltiples veces

—No creo que quiera arruinar sus ojos viendo una de mis pinturas. Lo digo en serio, no soy tan buena en esto. Puedo hacer bocetos que queden perfectos, pero a la hora de pintarlos los arruino.

Charlotte alzó su mirada y vio a Engfa con su semblante severamente fruncido, hizo una mueca con sus labios, al final decidió no decir nada para no arruinar el momento de paz que está viviendo ahora mismo.

La música no se escucha muy bien en ese lugar, por lo que se encontraba relajada. Es de esas personas que jamás han amado el ruido, por lo que siempre se mantiene un poco alejada del resto. Cada vez qué hay una celebración en el palacio, ella es quien se retira primero para tratar de descansar un poco.

Suspiró.

Dejó el abanico y el pincel sobre la mesa, llevó una de sus manos hacia su cuello y lo ladeó, se escuchó un leve crack. Después trató de estirarse para tronar su espalda, pero no lo consiguió del todo bien.

Quiere dormir un poco.

—Las celebraciones en Eilwynn eran muy diferentes a las de Nyëria —comenzó despacio, tratando de animarse a seguir despierta para terminar de pintar su abanico—, terminaban antes de la media noche, en cambio, en Nyëria se amanecen.

La guardiana de la princesa「 Freenbecky 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora