Capítulo 30

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—¿Hay algo que te está atormentando el día de hoy? —le preguntó, en un tono serio y molesto.

—Su Alteza ya debe de saber lo que está pasando por mi mente ahora mismo —respondió, con voz suave y su mirada centrada en los ojos de la princesa Charlotte—. Hace mucho me dijo que vivir recordando el pasado jamás me llevaría a un mejor lugar, creo que, es hora de que le diga lo mismo.

—¿Crees que estoy reviviendo el pasado?

Merea tragó saliva, apretó sus manos y suspiró.

—Sí, y eso no es bueno para usted, princesa. A veces recordar es bueno, pero cuando lo hace muy seguido puede llegar a atormentar la paz del corazón.

—Hum —fue lo único que murmuró.

Charlotte miró directamente los ojos de Merea quien se sintió intimidada enseguida, aun así, tomó la decisión de mantenerle la mirada por el tiempo que fuese necesario.

—Tiempos de guerra se acercan, para atormentar el alma de paz, ¿cómo puedo soportar todo este dolor que siento hoy? Ya no soporto más esta vista, la sangre en mis manos me pesa y me arde. Le exclamo a los Dioses para que me ayuden, de lo contrario, no sé a quién pedirle ayuda.

Merea enarcó una ceja—. Ese, es un famoso poema que se recita antes de declarar una guerra, ¿Su Alteza lo ha estado repasando diariamente?

—Sí.

—Alteza, dudo mucho que su mente y cuerpo se mantengan estables si va a una guerra —se apresuró en decir—, sé que quiere recuperar su trono, restablecer el palacio y salvar a las personas que viven con miedo y más porque le dije que... solo, temo que algo le pace durante la guerra.

—Merea, no me sucederá nada. No tienes que preocuparte por mí, de lo que tienes que estar preocupada es lo que harás para serme de ayuda, de lo contrario, te quedarás aquí en el palacio y te llamaré cuando haya recuperado mi reino.

Merea se quedó sin palabras, por lo que se puso de pie y decidió salir de los aposentos de la princesa Charlotte. Hay veces en las que no logra comprenderla del todo, hace tiempo que Charlotte le dijo que jamás recuperaría su trono, pero parece haber cambiado de opinión por quien sabe qué cosa.

Tiene miedo.

La guerra le asusta.

De tan solo pensar que va a volver a ver todo lo que vio estando en el reino de Eilwynn hace que su corazón comience a latir con fuerza, el aire se le va de sus pulmones y no puede evitar sentirse realmente extraña. Toda la sangre que vio y con la que se manchó las manos para tratar de escapar junto con la princesa, no puede volver a vivir ese infierno. No quiere.

Antes creía que la más afectada era Charlotte, pero ahora se ha dado cuenta de que es al revés, no es tan valiente como muchos lo piensan, es débil y miedosa.

No tiene ni la menor idea de lo que debería hacer para impedir que Charlotte tome la decisión de comentarle a Su Majestad que quiere recuperar su trono. Sabe que su princesa se encuentra bajo presión y debe hacer algo para seguir siendo una princesa, aunque nadie puede quitar un título que fue dado desde nacimiento, nadie.

Hubo una vez en la que le dijo a Charlotte que ella sería su consejera siempre, pero ahora no sabe si sigue siéndolo, ya que se ha dado cuenta de que jamás le ha dado un buen consejo a Charlotte. Ella solo es buena haciendo medicinas, espiando y haciendo el trabajo sucio que nadie más quiere hacer, eso es todo. No nació para ser una princesa —que es lo que le han dicho que es ahora—, ni tampoco para perder el tiempo bordando o tomando té y hablando de cosas. No, ella nació para ver sangre, afilar una espada y llevar una armadura.

La guardiana de la princesa「 Freenbecky 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora