Capítulo 23

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—Suficiente —escuchó la voz de su padre, quien la tomó del cuello de su camiseta y tiró de esta con suma fuerza, tanto su hermana como su madre lo miraron sorprendidas—, no tolero que estés todo el día con esa mirada de querer morirte en cualquier momento.

No le dijo nada —cómo es su costumbre—, solo lo miró a los ojos durante una pequeña cuestión de segundos y terminó desviando su mirada hacia el piso. Durante muchos años se acostumbró a siempre guardar silencio cuando la estaban regañando.

Su padre la llevó hacia la puerta, la sacó enseguida y esperó a que Freen le dijera algo.

—Ve a hacer algo, aclara tú mente y no regreses hasta que dejes de tener ese ceño fruncido —evitó alzar la voz, ya que últimamente su familia ha llamado mucho la atención durante estos días, y lo menos que quiere es que lo escuchen gritándole a su hija—. Ve al mercado, ve al río ¡Solo deja de estar en esa etapa depresiva!

Asintió.

Su madre estaba a punto de decirle que se llevase un paraguas, ya que el cielo se ha nublado y no tardaría mucho en llover, pero para cuando salió de la casa, se dio cuenta de que Freen ya no estaba a la vista.

Se dirigió al mercado para perder el tiempo viendo esas cosas que están a la venta, en especial las joyas baratas que son lo único bueno de ahí. Los diamantes de dichas joyas ni siquiera son reales, pero aun así hay quienes los compran solo para lucirlos en el cuerpo.

Pensó en comprar un poco de tela para seguir bordando, pero recodo qué hay tela de sobra en la casa.

Miró las nubes en cuanto escuchó un trueno, enseguida se dijo a sí misma que mojarse no le caería del todo mal, ya qué hay una gran probabilidad de que solo pesque un resfriado, el cual puede que dure una semana. Así que, suspiró y siguió su camino hacia el Mercado.

El mercado no es tan grande como el que está cerca del palacio, es una pequeña carretera en donde hay puestos pequeños en donde se venden diversas cosas, si no encontrabas lo que estabas buscando, solo pides encargarlo a uno de los vendedores y ellos lo traerían en una o dos semanas.

No encontró algo que llamase su atención.

Dos doncellas que pasaban por ahí la vieron y de inmediato no dudaron en murmurar sobre ella, murmullos que Freen escuchó con claridad.

—Es linda —comentó una de ellas—, ¿qué tal si nos acercamos a ella y conversamos un poco?

—¿No nos veríamos muy extrañas? Vamos, ¿crees que son ese rostro podría estar soltero? Además, se me hace conocida, siento que la he visto en un cartel.

La otra doncella la miró con los ojos muy abiertos.

—¿En un cartel? ¿En un cartel de se busca? —Freen casi se ahoga con su saliva—, por mis Dioses, será mejor que nos vayamos de aquí, puede que sea linda, pero no sabemos lo que esconde debajo de esa belleza.

Freen solo se lamentó en silencio.

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Un conejo hizo que su caballo se espantara, por lo que estaba a nada de caer al suelo lodoso, lo bueno fue que se sujetó con fuerza para no dejar caer su cuerpo de lado. Está en camino para hablar con Freen, por lo que tiene que tener una buena imagen, no puede simplemente mostrarse acabada.

Ahora mismo está tan enojada qué hay un par de lágrimas escurriendo por sus mejillas, aunque también está un poco triste por todo lo que ha pasado estos últimos días. Hay tantas emociones en su cuerpo que no sabe qué hacer, llorar es una buena idea, pero se ha cansado de eso.

La guardiana de la princesa「 Freenbecky 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora