desayuno

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- No me engañes, gian, ¿en serio, no eras vos?

Gian tecleó algunas palabras más y cerró la tapa de su notebook con brusquedad, volviéndose hacia Nicolás, que estaba recostado sobre una de las sillas de su dormitorio, con una lata de cerveza en sus manos.

-No voy a repetirtelo una vez más, nico, ¿para qué demonios iria solo al lugar ese?

- Es que no puedo aceptar que estoy ciego, boludo.. pero tienes razón, lu tampoco te vio, así que posiblemente te aluciné o algo así.

Le lanzó una cerveza y Gian la agarró en el aire, colocándola sobre sus piernas, mientras se sacaba la húmeda toalla que rodeaba su cuello y la lanzaba al suelo. El agua de su cabello se resbaló por su cuello y empapó toda su camisa sin mangas. Mierda. Abrió la lata con sus dientes y se bebió la cerveza de un trago, sintiéndola arder sobre su seca garganta.

- Es que crei que te habías ido de shopping con tu rubia -nicolás se levantó del asiento, elevando las cejas con una risa algo sarcástica.

- ¿Shopping? ¿Qué carajos es eso? No me jodas, nico, ¿o me ves cara pollera?

El morocho lanzó la lata de cerveza hacia su escritorio, colocando un rostro asqueado ante las risitas de Nicolás. Era un verdadero estúpido, pero tenía que soportarlo. Lo había aguantado más de ocho años, así que no había mucho por hacer. Además, se había olvidado de la idea de que era él al que había visto y eso era lo mejor que podía haber hecho.

- Oye, ¿no es demasiado temprano para tomar?

- Nunca es demasiado temprano ni para coger ni para tomar - Gian se lanzó de nuevo hacia su asiento.

- Lástima que se acabaron las cervezas. Por cierto, ¿y tus papás?

- Ni rastro de ellos, si se desaparecen de por vida, genial, boludo. Mientras me hereden todo, no hay problema conmigo.

Nicolás se encogió de hombros, tecleando algo en su celular, mientras una sonrisa se colaba en su rostro.

- ¿Y tu hermana? Me enteré que tiene nuevo esclavo, lo publicó en su muro con corazoncitos y toda la cosa.

El asco se incrementó en el rostro de Gian, que simplemente se mordió el dedo pulgar con fuerza y negó con la cabeza un par de veces.

- Es una despreciable de lo peor, debería irse a la mierda con todas esas estupideces. Si no llevase mi sangre, posiblemente la hubiese matado.

Escuchó que Nicolás se reía de nuevo y luego se levantaba, tomando las llaves de su auto y lanzándolas en el aire para tomarlas de nuevo.

- Me tengo que ir, me está llamando mi padre. Te veo en la noche, ¿bien?

La puerta se cerró de golpe y Gian abrió nuevamente su computadora portátil, sacando un cigarrillo de sus jeans negros. Sin embargo, el sonido de la puerta lo hizo volverse al instante.

- ¿Qué te olvidaste ahora, idiota? -soltó, buscando el encendedor en todos sus bolsillos - Pasa.

Observó cómo la puerta se abría lentamente y entonces la imagen que apareció frente a sus ojos no fue la de Nicolás, sino la de su atractiva criada, que mantenía una sonrisa en sus labios sy la mirada en el suelo, sosteniendo una bandeja con alimentos, sin moverse del umbral de la puerta de su dormitorio.

- Buenos días, Gian, traigo tu desayuno.

El más alto se metió el cigarrillo entre los dientes, mientras sus marrones ojos se deslizaban desde su cabeza hasta sus pies, recorriendo su cuerpo con lascivia. Traía una camiseta blanca y unos jeans tan malditamente provocativos. Su entrepierna reaccionó de inmediato cuando se imaginó quitándoselos bruscamente y apretándole ese bonito trasero hasta el cansancio. Los recuerdos del momento que había pasado solo en el baño, la noche anterior, aparecieron en su mente y sintió cómo su respiración se aceleraba y la sangre se le calentaba con tan solo pensarlo de nuevo. Cada vez, esto se hacía más insoportable. Si seguía de ese modo, no podría resistirse más y lo terminaría haciendo suya ahora mismo.

Inocencia Pasional |giamila|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora