vos

314 31 2
                                    

Gian se colgó la maleta del hombro y continuó tecleando en su celular, enviando el mensaje enseguida, mientras le daba una mordida a su hamburguesa e ignoraba las miradas de ramiro.

- ¿Y esa sonrisa mientras escribes?

Levantó la mirada, arqueando una ceja de inmediato.

- No estoy sonriendo.

- Si fueras una persona cualquiera, diría que no estás sonriendo, pero en vos, cualquier señal en la que estires los labios es extraña.

- No me molestes.

- ¿Tu nueva víctima en la lista es alguien que conozco?

- No.

Ramiro frunció el ceño y se llevó su bebida energética a los labios, luciendo interesado.

- ¿Tiene buenos pechos?

- Tiene buen trasero -le cortó, torciendo un poco el  extremo de sus labios.

- ¿Pero no era un requisito tuyo que tenga buenos pechos?

- cambie mi punto de vista.

El  chico soltó una carcajada y le dio una palmada en la espalda, despidiéndose antes de continuar con su camino. Al parecer, le había perdonado la última vez en que lo lanzó frente a medio mundo sobre la tipa que intentó flirtear con él. Se metió en su vehículo y lo puso en marcha, llegando a su destino en menos de diez minutos. Haber estado cuatro horas seguidas escuchando la chillona voz de la vieja de estadística debió haberle resultado aburrido y desesperante, pero no; todo había cambiado cuando empezó a enviarle mensajes de texto a él.

Descendió del vehículo, se rebuscó el manojo de llaves en el bolsillo y giró la perilla de la puerta, quedándose tieso al ver a camila sonriendo alrededor de muchas bolsas esparcidas sobre los sofás, abriéndolas todas y sacando diferentes camisetas de cada una de ellas.

- ¿Qué es todo esto?

La menor elevó la mirada y continuó sonriendo con el mismo chispazo que aparecía en sus ojos y en sus mejillas cada vez que lo veía aparecer. Soltó todo lo que tenía entre manos y corrió hacia su lado, ayudándole a despojarse de su mochila para luego dejarla sobre uno de los sofás.

- Es ropa que tu madre me ha comprado para las clases. Le he dicho que lo descuente de mi sueldo, pero me dijo que era un regalo -gian se encogió, empezando a arreglar todo el desorden - Por cierto, gianni, tu hermana dejó dicho que mañana haría una reunión para anunciar su relación con manuel y desea que estés presente.

Gian abrió los ojos como platos y se acercó más a ella, sintiendo su respiración cerca a la suya.

- ¿Anunciar su relación? ¿Está loca? ¿Por qué no me lo dijiste?

- Tenía miedo de seguir interrumpiéndote en clases.

- vos nunca me interrumpes. Las clases pueden irse a la mierda si estoy hablando con vos.

Sus manos envolvieron su cintura y atrajo su cuerpo con facilidad, casi rosándole tentativamente sus carnosos labios durante algunos segundos. Su fragancia empezó a colarse por todos sus sentidos y a provocarle ese sentimiento que se desplazaba por sus venas, lo idiotizaba al instante y le llevaba a hacer cosas que no hubiese hecho en otras situaciones por el simple hecho de que le resultaban ridículas y absurdas.

Pedazo de mierda de sentimiento. Estaba demasiado jodido. Demasiado.

La acercó más hacia su cuerpo y la soltó, siguiendo sus movimientos con una media sonrisa dibujada en el rostro.

-¿Y ya sabes a cuál instituto vas?

- Todavía no -La observó descender la mirada, suspirar con su misma gracia de siempre y tomar dos poleras algo deportivas, pegándoselas al cuerpo - ¿Cuál de estas dos remeras crees que se ve mejor? ¿La negra, la blanca o ninguna?

Inocencia Pasional |giamila|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora