fuego

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Gian enarcó una ceja con una media sonrisa, mientras observaba cómo camila se quedaba paralizada y su cuerpo retemblaba sin respuesta. Cerró sus dedos en puños nuevamente y descendió la cabeza lo más que pudo, con el rostro ardiéndole más que nunca y sus ojos cerrados con adorable fuerza.

- ¿Qu-qué? -su voz salió entrecortada y su cuerpo se encogió un poco.

Oh, mierda, verla de esa manera lo estaba poniendo más caliente todavía.

Gian cerró sus brazos alrededor de su  cintura y sus labios volvieron hacia su oído, lamiendo la extensión con deseo y ansiedad, mientras la chica suspiraba de nuevo.

- Solo estaba bromeando, preciosa -susurró, dándole un rápido mordisco al lóbulo de su oreja - Eso lo puedo hacer yo solo.

Notó cómo la menor se sacudía de pies a cabeza para luego lanzarse a tomar sus delicados labios con brusquedad, sintiendo que su lengua se apoderaba rápidamente de toda su dulce y caliente cavidad, mientras una de sus manos le elevaba la barbilla y la otra se encargaba de acariciar su cintura con tosquedad. Camila se estremeció y retembló.

- gian... -susurró la menor cuando gian se separó un poco, mientras los latidos de su cándido corazón se apresuraban más y más - Tu hermana puede entrar...

Gian se la quedó mirando durante un breve instante, admirando su rostro enrojecido, sus gruesos labios hinchados, sus ojos adorablemente cerrados y sus piernas empezando a flaquear. Se mordió el labio con fuerza, mientras sentía que su respiración nunca se normalizaría, porque se apresuraba cada vez más, al igual que cada milímetro de su sangre, que abandonaba su cuerpo para agolparse en su entrepierna. Durante ese momento, parecía que todos los problemas de su vida habían desaparecido.

Oh, mierda.

La soltó y se movió en un solo paso hasta la puerta, asegurándola y volviendo a tomar a su temblorosa criada de la cintura, acercando sus labios hacia su oído.

- ¿Así está mejor, eh?

Empezó a deslizar sus húmedos labios por su  cuello, succionando lentamente y desviando sus ojos hasta su piel para observar cómo se enrojecía también ante el contacto. Succionó con más fuerza y camila suspiró otra vez, entreabriendo los labios con vergüenza, mientras sentía cómo su corazón abandonaba su cuerpo del todo. Ladeó la cabeza, presionando sus ojos y frunciendo sus labios de una manera que a gian le resultaba atractiva y excitante.

El mayor movió su mano desde su barbilla hasta su cintura, tomando el inicio de su colorida camiseta para empezar a elevarla con necesidad. Cuando sus dedos tocaron su suave piel, sintió que la erección que crecía en su cuerpo era imposible de detener.

- Tranquila, no te tenses -susurró, elevándole la camiseta hasta lograr quitársela y lanzarla al suelo

sin ningún reparo, pasándose la lengua por los labios.

Mierda, mierda, mierda.

La menor se encogió mucho más y la enorme vergüenza la cubrió cuando se dio cuenta que ya no tenía camiseta, así que lo único que atinó a hacer fue pasarse los brazos alrededor de su cuerpo, descendiendo la cabeza y pegándola contra su hombro. Oprimió los labios cuando sintió que el aliento de gian le acariciaba el oído y sus fuertes manos tomaban las suyas, intentando que las mueva de su cuerpo.

- Gian...

Tienes el mejor cuerpo que he visto -masculló la otra con aspereza contra su sensible oído - El mejor...

Camila se ruborizó violentamente y su cuerpo se soltó en temblores. No entendía por qué su corazón se disparaba de esa manera y sus sentidos reaccionaban como lo estaban haciendo cuando Gian se acercaba o la besaba. Solo sabía que quería salir corriendo o cubrirse el rostro para siempre. Exhaló y sintió cómo el miedo y la vergüenza latían por cada parte de su ser, haciéndola desear que el mundo se la tragase de nuevo.

Inocencia Pasional |giamila|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora