- ¿Vas a salir, bonita?
Gian observó de reojo su reloj, exhalando y rodando los ojos al darse cuenta de la hora. Mierda. Eran las tres y cuarenta minutos de la tarde. Se colocó sus gafas oscuras, mientras encendía un cigarrillo, aunque se detuvo cuando estuvo a punto de llevárselo a los labios, porque la puerta se había abierto y ahora su criada se mostraba ante sus ojos.
Lo recorrió de pies a cabeza, conteniendo una discreta sonrisa.
La menor lucía una camiseta de colores, unos shorts algo gastados y unas sandalias negras; el cabello le caía sobre su frente y el tono lechoso de su piel ahora resaltaba mucho más que antes. Gian se mordió el labio, mientras se preguntaba cómo luciría esa piel con las marcas de sus dientes. Notó cómo camila desviaba la mirada e intentaba mantener sus manos quietas, mientras sonreía muy avergonzada. Solo le faltaba el bolso y era una tia.
- Lo siento, gian.....
- ¿Por qué? ¿Te vas a echar para atrás? -el tono divertido de su voz volvió a hacerse presente.
- No tengo más ropa en mi armario, no he traído mucha cuando vine a quedarme.
En realidad, camila volvía a desear que la tierra se la tragase de nuevo, Su ropa era muy vergonzosa comparada a la camisa a cuadros oscura, los pantalones rasgados y la casaca de cuero marrón de gian. Si, su ropa era demasiado infantil y estaba muy gastada para terminar de hundirlo, seguramente Gianfranco Odoguardi no querría ni caminar a la esquina con alguien como ella, porque le iba a avergonzar mucho, ¿debería solo decirle que no podía ir? Sintió cómo su corazón se aceleró cuando elevó la mirada y se encontró con el rostro de gian, teniendo esa media sonrisa de nuevo en su rostro.
- Para mí, estás preciosa -la voz de giam sonó como un seguro susurro, mientras elevaba una ceja sin quitarle la mirada de encima - Siempre.
Gian observó cómo la menor enrojecia de nuevo y se quedaba tiesa, acaso no podía reaccionar de otra manera? ¿Era estúpida o tonta? ¿Estaba enferma todo el tiempo? Soltó una carcajada y se movió hacia su auto deportivo, abriendo la puerta, mientras le señalaba el asiento a su criada, quien tras asentir muchas veces y morderse el labio inferior, se sentó de golpe sobre el asiento. Luego de que él también ingresó al vehículo, se inclinó repentinamente sobre el asiento de la menor hasta que su rostro quedó demasiado cerca del suyo, logrando casi sentir su respiración. Notó cómo camila se sobresaltaba y abría sus ojos como platos y gian no pudo evitar deslizar la lengua sobre sus labios y esbozar su típica media sonrisa, instalando su mano sobre el lado lateral del asiento.
- El cinturón de seguridad -indicó con entretenimiento, mordiéndose el labio inferior.
Camila asintió tres veces con la cabeza, colocando una nerviosa sonrisa en su rostro, mientras el otro tomaba el cinturón con su mano izquierda y lo cruzaba sobre su cuerpo.
- Si, muchas gracias y lo siento.
Gian elevó ambas cejas y frunció sus labios en algo parecido a una sonrisa.
- No lo sientas tanto, bonita.
Y después de algunos segundos, colocó su deportivo en marcha.
[...]
- ¡Que quiero uno igual a este, joder! No quiero que me lo arreglen ni nada de esas idioteces, acaso crees que tengo tiempo para esperar que lo arreglen, preciosa?
Gian exhaló violentamente y soltó el celular sobre la mesa de ventas, mientras la vendedora se hacía para atrás y abría la boca como rana esperando una mosca. A la mierda con todo, ¿Tan difícil era comprenderlo? Solo quería que le mostrasen todos los celulares y la zorrita empezaba a decirle que podía encontrar quién le solucione el auto.
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Inocencia Pasional |giamila|
RomansHay cinco cosas que vuelven loco a gian. 1: La forma en la que el rostro inocente de camila se torna carmesí cuando él le susurra cosas indebidas al oído. 2: Cómo camila desciende la mirada cada vez que lo siente cerca. 3: Como camila se resiste cua...