sopa

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Camila dejó de mirarlos enseguida y desvió la cabeza, tomando la bandeja entre sus delgadas manos, disponiéndose a salir de la habitación a pasos rápidos.

Gian abrió la boca y solo atinó a apartarla de inmediato, empujándola con todas sus fuerzas.

- Vete a la mierda -espetó y sus músculos se le paralizaron y solo logró ver cómo Camila dejaba la habitación con rapidez y desaparecía de su vista.

Mierda.

Gian se quedó estancado un momento, mientras su cabeza daba vueltas, repasando la escena que acababa de ocurrir una y otra vez y sus músculos se activaban poco a poco.

- Uy, qué humor, ¿trabaja acá?.... ¿en serio son novios? Esa vez que los vi besándose en la cocina, no pensé que la cosa iba tan en serio. Lo siento, gianito, pero creo que tendrás que terminarla, ya has escuchado a tus padres y no creo que si les dices que  se pongan felices. Y mucho menos si es un trabajadora, tú sabes, hay ciertas cosas en nuestra sociedad que uno tiene que respetar y acostarse con tu trabajadora no es una de ellas, ¿comprendes?...

Mierda.

Como reaccionando al fin, se levantó del asiento como una bestia, parándose en seco frente a la puerta cuando su madre se acercó con el teléfono en mano, sonriendo.

- Ya está, lo siento mucho, era la compañía que necesita unos papeles urgentes, pero mandaré a que luego los lleven -ingresó con una media sonrisa dibujada en su rostro antes lacrimoso y los observó en silencio - Bueno... supongo que ustedes quieren conocerse más y debo irme un rato para no resultar molestosa.

- No, no se preocupe, ¿cómo cree?, usted nunca molesta. Más bien, yo me tengo que ir ahora mismo. Solo vine para verlos un momento, porque tengo un asunto pendiente con mi padre y me está timbrando a cada rato.

- ¿Pero no te quedarás a cenar con nosotros? Quédate un rato, hija, siéntete en casa.

- No, de verdad, tengo que irme. Con gusto, vengo otro día y almorzamos juntos.

La muchacha se recogió el cabello rubio en una coleta y se ajustó el bolso negro sobre su hombro.

- Acompáñala a la puerta, Gian -la mujer suplicó, pero no obtuvo ninguna respuesta - Discúlpalo, no está pasando por un buen momento ahora...

- No se preocupe, puedo hacerlo sola. Cuídese mucho, nos vemos. Adiós, giannito.

Gian controló la respiración cinco segundos más, mientras la veía desaparecer frente a su vista y el estudio se quedaba tan solitario como antes, solo con la destacada presencia de su madre, que se cubría los labios y extendía una mano hacia él, tomándolo del brazo.

- Cielo, quería decirte que... -susurró, pero el sonido de su celular vibrando la interrumpió y le hizo un ademán de espera, al tiempo que respondía - ¿Aló? Sí, estoy acá en casa... exacto, no... sí, sí, estoy yendo en unos minutos, espérenme.

Se soltó de su agarre con brusquedad y le dio una fría mirada, que reflejaba toda su rabia comprimida y salió disparado del estudio, moviéndose hasta la cocina con mucha urgencia. Frunció el ceño cuando no vio nada más que la bandeja sobre la mesa y otros platos más.

- Cam, ¿estás ahí?

Atravesó la otra puerta, dirigiéndose hacia el pasadizo de las habitaciones, pero se detuvo al ver, a través de una de las ventanas, a Camila sentada de espaldas en una silla del patio, escribiendo algo sobre un cuaderno. Se volvió rápidamente y se metió por la otra puerta, exhalando ante el aire frío de la noche infiltrándose por sus fosas nasales.

- Estabas aquí...

Se acercó hacia ella y la sensación de algo punzante atravesando su piel lo revolvió cuando la menor se giró hacia él y lo encontró con el rostro totalmente húmedo, los ojos abultados y enrojecidos y su pecho moviéndose rápidamente con cada inhalación y exhalación dada.

Inocencia Pasional |giamila|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora