estúpidos pensamientos (1/2)

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Gian Camila y se abalanzó hacia adelante, con las venas sobresaliendo de su tensos brazos y los ojos más rojos que nunca.

- ¿Cómo mierda entraste? -gritó; su voz haciendo eco en toda la habitación.

La rubia continuó con la mandíbula caída durante unos tres minutos más antes de romper en carcajadas y cubrirse sus aceitosos labios en un estado de shock.

- ¿Sos Gian o estoy alucinando? -soltó, riendo a sus anchas, mientras negaba con la cabeza - mierda, ahora entiendo por qué te haces tanto de rogar...

Gian adelantó un largo paso y lanzó una patada sobre una silla cercana, estallando un puño contra la mesa, al tiempo que sus músculos se estrujaban y comprimía ambas mandíbulas, rasgando sus dientes de forma violenta.

- ¿Cómo carajos entraste?

- Tu sirvienta me abrió... -la rubia tomó un nuevo respiro y soltó otra carcajada, todavía agitando la cabeza - No sabía que te gustaba de esas... ¿Y quién es esta eh? Creo que en mujeres, no tienes buenos gustos.

Caminó hacia adelante con la misma sonrisa sarcástica en su boca y sus enormes tacos resonando sobre el suelo, colocando de repente toda su atención en camila.

- ¿En qué instituto estás, cariño? No te he visto antes, ¿sí sabes con qué tipo de hombre te estás metiendo, verdad?

La muchacha estuvo al borde de volver a reír, pero su voz se ahogó cuando la mano de Gian se prendió de todos su cabellos, sacudiendo su cabeza salvajemente para luego elevarla y estrellarla contra la pared en un golpe seco.

- gianni, cálmate... -la susurrante y quebrada voz de su empleada resonó en toda la habitación como el sonido del aleteo de un ave.

Sus ojos se volvieron hacia ella sin soltarla y la encontró con el rostro totalmente enrojecido y las lágrimas deslizándose por la curva de su nariz y de sus labios.

- ¿Gianni? -la rubia intentó empujarlo, al tiempo que la risa alborotaba su boca - ¿Vos le dejas llamarte de esa manera? ¿Vos, Gianfranco Odoguardi? No puedo creerlo, debo estar teniendo una especie de pesadilla cómica...

La regresó a mirar, encontrándose con sus irónicos ojos azules y sin pensárselo ni un segundo más, aprisionó su cabellera entre sus dedos y empezó a arrastrarla con fuerza hacia la calle, ignorando sus gritos y los gritos nerviosos de camila, que sollozaba suplicándole que se calmase. Abrió la puerta y sacudió su cuerpo de un lado a otro, aunque la tipa solo se reía y fingía pedir auxilio.

- ¿Es tu novia? Yo venía a invitarte a la fiesta de esta noche y mira con lo que me encuentro, ¿no quieres ir conmigo? El instituto se cagaria de risa si se entera de esto.

- Di una sola palabra y estás muerta -masculló contra su oído, tirando más de su cabeza hasta hacerla gruñir - Créeme que estás muerta.

La chica presionó sus ojos y acomodó su bolso sobre su hombro.

- No pienso decir nada, es más, ¿este será nuestro secreto, verdad, gian? -la sonrisa volvió a apoderarse de sus labios - ¿O debería decirte gianni?

Gian agitó su cuerpo una vez más y finalmente la empujó, escupiendo al suelo antes de volverla a mirar con sus marrones ojos encendidos en llamas y sus puños temblándole.

- andate de una puta vez antes de que te mate.

La observó tambalearse antes de sonreírle con picardía y subirse a su camioneta, desapareciendo de su vista antes de lo previsto.

Maldita estúpida. Estaba cagado.

Estuvo al borde de empezar a putear en plena vía pública cuando el automóvil de sus padres apareció frente a él y la única opción que tuvo fue meterse de nuevo a su casa y dejarse caer en el sofá, con las manos a ambos lados de su cabeza. Lo había visto. La rubia lo había visto besándolo, pero no importaba tanto. No era alguien que lo conociera y si se atrevía a abrir la boca, la hundiría.

Inocencia Pasional |giamila|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora