veintinueve

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Después de nuestro día de compras decidimos regresar a la casa, había comprado algo sin que Roier lo notara y sin duda pensaba que sería el mejor regalo del universo 

Empecé a envolver aquel regalo, aún faltaban días para navidad, pero me gustaba dejar todo listo para no estar preocupada a último momento. Cuando recién terminé miré orgullosa como había mejorado en mi habilidad de envolver regalos, antes se veían horribles y ahora al menos el regalo se veía presentable 

De repente sentí como algo pequeño impactaba mi cabeza así que me giré solo para ver a mi esposo usando su sombrero mientras sostenía una de las pistolas de dardos, reí al verlo recargado en el marco de la puerta 

—Esta casa es muy pequeña para nosotros dos.— habló imitando un tono "vaquero"

—La casa es muy grande.— me burlé 

—Cállate.— pidió apuntándome con la pistola —Te reto a un duelo.— 

—Te dije que te iba a fusilar.— recordé levantándome y dejando el regalo a un lado —Pero primero tenía que terminar con lo del regalo.—

Salió corriendo de la habitación para traerme mi pistola, me la dio y corrió de nuevo a donde había estado recargado, como si quisiera dar un toque más dramático 

—Ahora si, estamos en igualdad de condiciones.— habló emocionado por la situación... sin duda me había casado con alguien que tenía una mentalidad de alguien de 10 años —Hay algo que quiero hacer antes de agarrarnos a balazos.— avisó 

—¿Qué?.— cuestioné analizando como funcionaba la pistola 

Por accidente le apunté y disparé dándole en la frente, empecé a reír, pero él me miró mal

—No es gracioso Mulán.— se cruzó de brazos aunque rápidamente me disparó también, yo seguía riendo —Ahora si, ¿quieres escuchar mi idea?.— 

Asentí sin poderme imaginar que ocurrencia pasaba por la cabeza de Roier, algo que amaba de mi matrimonio era que siempre estaba lleno de sorpresas


























(.....)

Estábamos en el jardín, yo simplemente estaba analizando lo que estábamos por hacer 

—¿Entendiste las reglas?.— cuestionó emocionado y negué —¿Nunca viste de que se tratan las "ruletas rusas"?.— 

—Lo que me explicaste no es la ruleta rusa.— aclaré riendo 

—Te lo intentaré dejar más claro.— exclamó —Ambos estaremos espalda contra espalda, daremos 10 pasos y nos giraremos para dispararle al otro, quien dispare primero gana.— 

—Te estás tomando muy en serio esto.— me burlé —Pero está bien, confío en mis reflejos.— 

Ambos nos pusimos espalda contra espalda. Roier empezó a contar, con cada número dábamos un paso para alejarnos, fue inevitable no sentirme nerviosa mientras seguíamos avanzando, este tipo de dardos no dolían mucho, pero aún así no quería ver como otro me impactaba 

—7...— mencionó otro número así que di otro paso —8...— 

Por alguna razón el dolor de mi pecho empezó así que por un momento me quedé inmóvil mientras ponía una mano en donde el dolor empezaba a incrementarse, ni siquiera podía quejarme, el dolor me dejaba sin la posibilidad de decir o hacer algún tipo de ruido 

—9...— él seguía metido en el juego, yo sabía que debía tomar fuerzas para al menos dar la vuelta ahora que venía el último número —¡10!.— 

Ambos nos giramos, yo no había podido levantar la pistola de dardos, pero él se apresuró en disparar, aquel dardo de espuma me dio en la mano que aún seguía en mi pecho. Sin poder resistir más me senté en el suelo para tener un poco más de confort 

—No pensé que te lo tomaras tan en serio.— se burló acercándose —No tienes que meterte en el papel, no finjas que te dolió.— 

Al ver que mis ojos empezaban a llenarse de lágrimas rápidamente se agachó para estar a mi altura, de nuevo se veía preocupado por mí... esa expresión que tanto odiaba 

—¿Te sientes mal?.— cuestionó mientras me veía soltar algunas lágrimas, yo asentí sin poder hacer algo más —¿Puedes levantarte?.— 

Negué, él soltó un suspiro lleno de una mezcla de frustración y preocupación. Se levantó para después simplemente cargarme, ni siquiera podía disfrutar de como mi esposo me llevaba en brazos, hundí mi cabeza en su pecho sintiéndome avergonzada de que me viera así de nuevo 

Roier me llevó directamente a nuestra habitación y me recostó en la cama, por fin se quitó su sombrero dejándolo en un pequeño mueble y se sentó a mi lado mientras sostenía mi mano

—Llamaré al doctor para ver si te tengo que llevar al hospital, no quiero moverte mucho.— avisó sacando su celular, yo no me negaría a eso, ahora quería dejar que me cuidara para no empeorar —Solo no sigas la luz.— pidió 

Ni siquiera podía reírme por aquel comentario, solo cerré mis ojos sintiendo que empezaban a arder por las lágrimas que seguían cayendo, mientras tanto solo escuchaba a mi esposo hablar... No sabía que podría pasarme, pero me daba miedo arruinar su navidad

𝐃𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐃𝐄 𝐋𝐄𝐎𝐍 [Roier X Tú] (FDC #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora