cuarenta y uno

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Días después de navidad todos se habían marchado y eso nos había dejado a nosotros limpiando la casa

—Me alegra estar solo contigo por fin, pero sigo pensando que pudimos buscar a alguien que limpiara por nosotros.— se quejó mi esposo

—Nosotros ensuciamos, nosotros limpiamos.— dije mientras barría la sala —Además es una buena actividad en pareja.—

—Eres muy rara.— soltó mientras pasaba con una bolsa de basura para tirar algunos vasos de plástico que habían sobre la mesa

—Si soy tan rara ¿por qué seguimos juntos?.— pregunté provocando que se detuviera —No creas que olvidé como le dijiste a los demás "más de uno quieren que nos divorciemos, ¿lo tomamos como una señal?".—

—Pero era una broma.— aclaró acercándose —Lo dije para molestar a... ya sabes quien.—

—¿Ahora no puedes ni decir su nombre?.— cuestioné y negó —Ya pasó, ni siquiera hablé con él después del beso.—

Hubo un pequeño silencio y seguí barriendo

—Olvidemos eso.— pidió —Tenemos un matrimonio envidiable, olvidemos lo del beso.—

—Yo ya lo olvidé.— me burlé un poco, mi esposo se empezó a reír

En el fondo pensaba que no era sano olvidarnos de ese suceso, si había pasado y había provocado una pequeña grieta en nuestra relación, pero... ¿Sería mejor seguirle la corriente, no?

—Terminemos de limpiar esto antes de que te dé flojera y hagas berrinche.— dije, él asintió

Lo mejor de estar con una persona que amaba era la manera en que podíamos compenetrarnos tan bien. Roier era mi mejor compañero de equipo y mi mejor amigo, no me arrepentía de haberlo elegido













(.....)

—¡Lo conseguí!.— gritó mi esposo asustándome

—¿Qué conseguiste?.— pregunté confundida

Hablamos terminado de limpiar y nos habíamos recostado a ver la televisión para descansar un poco, al parecer yo era la única que estaba viendo la película

—Habíamos dicho que viajaríamos en año nuevo, pero no compramos los vuelos y los buenos destinos suelen saturarse en estas fechas.— recordó —Compré los vuelos, salimos en algunos días.—

—Por un momento olvidé que viajaríamos.— reí

—¿Y a dónde vamos?.— pregunté, dejando a un lado el control de la televisión

—Es sorpresa.— respondió Roier con su típica sonrisa traviesa.

Levanté una ceja, entre escéptica y divertida. Sabía que cuando decía eso, había algo interesante detrás.

—Más te vale que no sea algún lugar frío.— advertí mientras me acurrucaba aún más a su lado

—Relájate. No eres fan del frío, lo tengo en cuenta. Pero ya verás, te va a gustar.— dijo, abrazándome.

Pasamos la noche viendo películas y quedándonos dormidos, cosa que, después de todo el caos navideño, se sentía como un lujo. Estar solos, tranquilos, era algo que no habíamos podido hacer en días.

















(.....)

Los días pasaron rápidamente entre trabajo y organizando lo que quedaba pendiente tras las fiestas. Finalmente, llegó el día de nuestro viaje. En el aeropuerto, Roier mantuvo el destino en secreto hasta el último minuto, disfrutando demasiado de mi curiosidad. Solo me entregó el boleto cuando ya estábamos a punto de abordar.

—¿Lista para saberlo?.— preguntó, con esa expresión de quien sabe que está por ganar un juego.

Sabía que las actitudes de mi esposo eran como las de un niño y eso me divertía bastante. Abrí el sobre rápidamente y mis ojos se agrandaron al leer el destino.

—¿Cancún?.— pregunté mirándolo.

—Sol, playa, y cero abrigo.— respondió con una sonrisa satisfecha —Creo que ya habíamos mencionado irnos a un destino así, solo cumplo con eso.—

No pude evitar sonreír. La idea de pasar Año Nuevo en una playa tropical me encantaba. Había sido un mes intenso, primero por lo de mi diagnóstico, mi viaje a Argentina y la navidad. Era claro que un escape bajo el sol era justo lo que necesitábamos

El vuelo fue tranquilo, y al llegar a Cancún, nos recibió el calor y una brisa agradable. Nos hospedamos en un resort frente al mar, con una vista que parecía sacada de una postal. Arena blanca, mar turquesa, todo lo que uno se imagina cuando piensa en vacaciones perfectas.

—Esto es mejor que cualquier sorpresa navideña.— comenté mientras caminábamos por la playa, sintiendo el agua tocar nuestros pies

Roier me miró mal, sabía que no le gustaba que hablara mal de la navidad que él había organizado

—Sabía que te gustaría, pero no desmerites mi trabajo en navidad.— respondió Roier mirando el horizonte

Pasamos los primeros días descansando y disfrutando de las playas. Fuimos a hacer snorkel en los arrecifes, nadamos en cenotes, y nos olvidamos por completo de cualquier tipo de responsabilidad.

Pero había algo que me seguía molestando, una pequeña espina que no me dejaba disfrutar al cien por ciento. Lo del beso, aquella conversación que habíamos tenido mientras limpiábamos, seguía dando vueltas en mi cabeza.

¿Por qué simplemente no podía olvidarlo? Sabía que no tenía nada que ver con Iván, solo tenía miedo de que eso nos arruinara en algún momento

𝐃𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐃𝐄 𝐋𝐄𝐎𝐍 [Roier X Tú] (FDC #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora