cuarenta y cinco

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El aire fresco entraba por la ventana del balcón mientras Roier se recostaba en la cama revisando su celular. No le había mencionado nada sobre la fiesta que Emilio había sugerido, tampoco tenía prisa en sacarlo a colación. A veces sentía que pequeños momentos de calma entre nosotros eran raros y preciosos. Aun así, sabía que no podía evitar para siempre ciertas conversaciones.

—¿Ya avisaron si te traen la comida?.— pregunté, rompiendo el silencio.

—Sí, me dijeron que en unos veinte minutos llega.— respondió sin apartar la vista del celular —Después de eso podemos hacer lo que quieras.—

Asentí, aunque sentía un leve malestar por dentro. Había algo en la forma en que siempre evadía temas importantes o se centraba en lo que él quería, incluso si lo disfrazaba con dulzura.

No era abiertamente hiriente, pero sus pequeñas acciones siempre lograban poner una barrera entre lo que yo deseaba expresar y lo que realmente lograba decir.

—Pensaba que podríamos planear un poco el regreso.— mencioné, acercándome a la cama —Ya falta poco para volver a casa, y siento que no hemos hablado mucho de eso.—

Roier alzó la mirada y dejó su celular sobre la mesita de noche.

—¿Regresar?.— preguntó con una pequeña mueca de desinterés y asentí —Creí que estabas disfrutando del viaje. No te preocupes por esas cosas ahora, solo relájate.—

—No es que no esté disfrutando...— intenté explicarme —Pero, ¿no crees que sería mejor tener todo organizado antes de volver? Tengo algunas cosas pendientes en mis streams que quiero resolver apenas lleguemos.—

Él se levantó de la cama y caminó hacia mí, envolviéndome con un brazo.

—Mira, Mulán.— dijo suavemente, casi en un susurro —Sé que eres muy responsable y que esa fue una de las cosas que me enamoró de ti, pero estás conmigo, ¿no? Disfrutemos del presente. Los streams y las preocupaciones pueden esperar.—

Era esa misma mezcla de dulzura y ligera manipulación lo que me hacía dudar a veces. Disimulaba bien, pero detrás de su tono cariñoso, sentía que mis preocupaciones quedaban siempre en segundo plano. No me lo decía directamente, pero siempre parecía darme a entender que mis prioridades no eran tan importantes como las suyas.

—Lo sé... pero aun así me gustaría tener algunas cosas listas antes de volver. No es que quiera estresarme, solo quiero evitar sorpresas de último minuto.— murmuré, intentando mantener la calma —Además recuerdo que tú mencionaste que harías un viaje con Quackity y creo que con Missa antes de febrero, no podemos seguir aquí sin que coordines eso.—

Él sonrió, besándome en la frente

—Confía en mí, todo va a salir bien. No quiero que te preocupes por cosas innecesarias cuando tenemos todo para disfrutar aquí. Ya nos encargaremos de eso cuando sea necesario.— soltó

Mi esposo solía ser despreocupado, pero eso empezaba a ser un problema para mí. Sabía que quizás mis malos sentimientos empezaban a afectar la visión que tenía de él... o tal vez, solo tal vez empezaba a darme cuenta de lo manipulador que era

No respondí. Él se apartó suavemente y volvió a la cama, como si la conversación estuviera completamente resuelta.

Minutos después, la comida llegó, y Roier se acomodó con entusiasmo frente a su plato. Yo solo lo veía comer, aún estaba llena por la comida con la familia de Emilio.

Mientras él hablaba de lo delicioso que estaba todo, mi mente divagaba. Me sentía atrapada en una burbuja de aparente normalidad, donde todo parecía estar bien, pero sabía que bajo la superficie las cosas no eran tan simples.

—Entonces, ¿quieres que salgamos a caminar o prefieres quedarte a descansar?.— preguntó de repente, haciendo que volviera al presente

—Podemos caminar.— contesté automáticamente, sin realmente pensar en lo que quería

Después de un rato, decidimos salir a dar un paseo por la playa. Caminábamos en silencio, el sonido de las olas llenaba los vacíos incómodos. Roier iba hablando ocasionalmente de cosas triviales, mientras yo lo escuchaba sin mucho interés. La arena bajo mis pies era suave, pero la inquietud en mi pecho no desaparecía.

De pronto, se detuvo y me miró.

—Oye, ¿no te gustaría que nos quedáramos unos días más?.— soltó de golpe.

Lo miré, sorprendida. No esperaba esa pregunta y menos después de que le dije que debíamos planear el regreso

—¿Quedarnos más tiempo?.— repetí y asintió —No sé, pensé que ya teníamos fecha para volver, ya sabes, los pasajes y las cosas de la maleta...—

—Solo lo digo porque siento que podemos aprovechar más este viaje.— dijo mientras me tomaba de la mano —No tienes que preocuparte por nada, yo me encargo de todo. Además, estar lejos de las cámaras y del mundo por un poco más de tiempo nos haría bien, ¿no crees?.—

Su tono era suave, casi persuasivo. Sabía que había cierta lógica en sus palabras, pero también era consciente de lo que implicaba retrasar nuestro regreso. Mi trabajo, mis compromisos... siempre había cosas que debían atenderse. Pero él, como siempre, lograba hacer que todo sonara tan sencillo, como si nada más importara mientras estuviéramos juntos.

—Es que...— intenté pensar en una respuesta razonable —Ya tenemos compromisos con los demás, y no creo que sea buena idea retrasarlos más.—

Por mi parte yo tenía una cita para jugar con Rivers y Ari, además de que tenía próximo un lanzamiento de mi línea de maquillaje. Tenía que volver a casa para encargarme de todo eso

Roier al escucharme suspiró, soltando mi mano lentamente

—Siempre estás pensando en todo lo demás.—dijo, con una leve sonrisa —Nunca puedes simplemente relajarte y disfrutar, ¿verdad?. A veces me olvido de que así eras cuando nos conocimos.—

Sentí un pequeño nudo en el estómago. No era la primera vez que decía algo así, y sabía que probablemente tampoco sería la última. Él siempre sabía cómo hacerme sentir como si yo fuera la que complicaba las cosas, como si mis preocupaciones fueran obstáculos en lugar de ser normales.

—No es eso, Roier.— dije suavemente para no alterarme —Solo... no quiero descuidar mis responsabilidades.—

—¿Y qué hay de tus responsabilidades conmigo?— preguntó y lo miré mal, pero sus palabras empezaban a pesar más —Eso sonó feo, perdón. Es solo que nos casamos y es extraño que a veces sienta que nos estamos descuidando después de todo el susto de tu recaída, es como si lo que pienso no importara o...—

Me detuve, mirándolo. Sabía que no era una confrontación abierta, pero tampoco era una pregunta casual. Estaba buscando una respuesta, una que él ya había decidido que quería escuchar.

—Claro que importa.— respondí, aunque sentía que mis palabras no eran suficiente —Tú importas, pero no puedo simplemente dejar todo de lado.—

Roier me sonrió, aunque era una sonrisa que no llegaba a ser completamente sincera.

—Lo sé, Mulán. Lo sé. Solo quiero que recuerdes que también mereces disfrutar y vivir el momento, sin estar siempre pensando en lo que viene después.— exclamó —No trabajes tanto, hay más cosas además de eso, pensé que ya te había quedado claro.—

Asentí, aunque en mi interior seguía sin sentirme completamente en paz. Las palabras de Roier, tan amables en apariencia, siempre tenían un trasfondo que me hacía cuestionar si realmente estábamos en la misma página.

Continuamos caminando por la playa, en silencio nuevamente. Sabía que esta conversación no estaba realmente cerrada, pero por ahora, parecía que habíamos alcanzado una tregua temporal.

En algún punto, tendría que enfrentar estas pequeñas grietas que parecían crecer entre nosotros. Pero por ahora, solo me quedaba intentar disfrutar del resto de nuestras vacaciones, tal como él lo pedía.

𝐃𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐃𝐄 𝐋𝐄𝐎𝐍 [Roier X Tú] (FDC #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora