༺†- Capítulo 22 -†༻

28 8 0
                                    

—Lo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—Lo... lo siento, necesito... voy al baño —carraspeo incómoda.

Todos se giraron a verme cuándo grité por la playera, todos excepto Langford que sostuvo su mirada en la previa del partido de fútbol. Me pongo de pié y paso por encima de Tom dándole un golpe con mi rodilla en su cabeza, ni siquiera me disculpo sólo corro escaleras arriba.

De la vergüenza que estoy sintiendo me está dando un ataque de ansiedad bastante grave, me sudan las manos, no puedo respirar bien, mi visión es borrosa y apenas sé donde estoy parada. A duras penas logró subir los peldaños sin lastimarme en el intento, sosteniéndome de la pared avanzo por el pasillo de habitaciones que tiene la casa de los Kaulitz y abro la puerta entrando en alguna de ellas.

—¡Tonta, tonta, tonta! —ahogo un grito cubriendo mi rostro con ambas manos —Collins ¡Hija de la gran puta!

Atravesando por una rabieta pateo lo primero que se me cruza en el camino, un horrible dolor se extiende por el hueso de mi pierna cuando esta se estrella contra el borde de una cama. Aguantar la respiración para no llorar me ayuda, en parte, a superar mi crisis de histeria y prestarle más atención a mi alrededor.

Estoy en el cuarto de Tom.

Todo sigue igual entre estas cuatro paredes, su guitarra está reposada en el mismo rincón, su escritorio sigue igual de desordenado y el tablero de fotos que armamos juntos aun cuelga por encima de la cabecera de su cama. Las fotos y los recortes de todos nosotros siguen allí, aunque solo queda una imagen mía de todas las que habíamos puesto, para ser más precisa en una fotografía que me sacó Georg distraída y apenas se nota que soy yo.

—¿Hailey?

Tom habla asomado a la puerta de su cuarto, al verme ausente entra cerrando la puerta por detrás de él.

—Lo siento, olvidé dónde está el baño —miento desganada.

—Conoces esta casa de punta a punta —eleva sus cejas con obviedad —¿Qué mirabas?

—El tablero —señalo aquel pedazo de madera decorado con fotografías que segundos atrás acaba de romper mi corazón, puedo entender el porqué ya no estoy ahí, pero me duele saber que quizás esas fotos con tantos recuerdos probablemente ya no existan —. Faltan recortes.

—¿Tus fotografías?

—No son solo mías, Tom. Habían recuerdos con Gustav, Georg, también la foto que nos sacamos con mi padre —le recuerdo con dolor.

Fue una tarde de la primer semana que vine a vivir a esta casa, papá se mantenía siempre en contacto conmigo y cada vez que podía pasábamos algunas tardes juntos. Entre una de esas salidas le insistió a Tom para que venga con nosotros, fuimos al lago de picnic y luego a jna función de magos que realizaban al aire libre en el parque. Ese día quedó inmortalizado cuando los tres nos tomamos una selfie a pedido de papá, insistía con tener un recuerdo de su pequeña hija con el novio que tan feliz la hacía, se me notaba en el rostro la brillante luz interior que irradiaba.

By Your Side [#LID SEGUNDA TEMPORADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora