༺†- Capítulo 24 -†༻

24 5 1
                                    

—Tom, por el amor a Dios ¡Quieto!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Tom, por el amor a Dios ¡Quieto!

—Yo también te quiero —me sonríe con cara de niño inocente —. Ah no, cierto que estoy enojado contigo. No me toques.

—¡Quieto! Dije que te quedes quieto —grito en su oreja para que me oiga.

—¡Ah, no grites que me aturdes! —se aleja tapándose el oído.

—¡Intento quitarte la pólvora de la cara, no te muevas!

—¿Qué me muera? Oye, entiendo que también estés enojada pero acabo de vivir un intento de homicidio, no creo que debas decirme cosas tan feas.

Suspiro intentando mantener la paciencia, Tom parece un maldito niño pasado de azúcar que no se queda quieto. Hace veinte minutos intento limpiarle el rostro pero parece ser la tarea más difícil de mi vida.

—¡Llevaré esto a la cocina ya vuelvo! —hablo medianamente fuerte con la esperanza de que me oiga.

—¿Qué?

—Qué llevaré... olvídalo, no tiene sentido intentar que un sordo me oiga —niego poniéndome de píe.

—¿De qué? —pregunta confundido.

—¡Que eres un estúpido y un insufrible!

Salgo de su habitación dejándolo a solas con su sordera. Quizá tenemos la suerte de que pueda reflexionar sobre lo idiota que es, se de cuenta de que debe cambiar y se convierta en un especie de adulto funcional.

O en el peor de los casos vuelva a sufrir un accidente que ponga en riesgo su vida porque Kaulitz es peor que un niño cuando nadie lo vigila.

—¿Cómo está? —pregunta Gustav preocupado.

—Sordo, completamente sordo.

—Tenle paciencia, si Tom con apenas un resfrío atraviesa un lecho de muerte imagínate ahora que no oye y le explotó una bomba —se ríe Georg.

Después de salir de urgencias vinimos todos a casa de los gemelos, Tom se negaba a que lo dejemos solo y nos obsequió un monólogo de quince minutos citando las veinte razones por las cuales debíamos venir con él a su casa. Así que aquí estamos Gustav, Georg, Bill, Langford y Exe en la cocina de los Kaulitz.

—No entiendo quién puede tener la mente tan retorcida como para enviar una caja bomba —Bill parece estar hundido en sus pensamientos mientras bebé una corta medida de whisky —. Pudieron matarlo, o matarnos a todos aquí.

Eneas me mira en silencio sentado junto a Gustav, no hace falta que diga nada, sé lo que intenta comunicarme y es: decirle a los chicos lo que sucedió minutos antes de la llamada de Bill.

—Chicos tengo que contarles algo —bajo la mirada a las vendas que sostengo entre mis manos.

—¿Tú enviaste la bomba? —ataca Exe poniéndose de píe.

By Your Side [#LID SEGUNDA TEMPORADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora