Subí las escaleras llegando a mi habitación, todo sigue igual a como lo recuerdo, mis preciosos zapatos de diamantes están en mi clóset.
Saqué ropa interior a juego, shorts de tela, una blusa semi formal y mis tacones negros de aguja, los más sencillos que tengo para andar en casa.
-¿Hola?
Sonreí al escuchar su voz, un poco triste y apagada.
-Hola pequeño extraño.
-¡Lizzy si volviste! - me abrazó por las piernas y enseguida sentí su pecho saltar, me incliné y aparté sus manos de la cara.
-No llores, te prometí que volvería y no te dejaría solo, estoy aquí.- besé su mejilla y él me abrazó con fuerza.
-Creí que habías muerto como mamá, por favor no vuelvas a irte.
-Jamás mi vida.- acaricié su cabello - vamos a darnos un baño y cuéntame todo sobre tu escuela en casa ¿Cómo lo llevas?
Todo parecía volver a la normalidad, el silencio de Enzzo me aterra y no lo puedo culpar, si yo lo viera con otra probablemente la mataría pero, así esto; esté conmigo o en mi contra no hay más opciones y él sabe que le conviene tenerme de su lado.
Muerdo mi lápiz al recordarlo con esa camisa negra ajustada, se lo ve malditamente sexy o yo estoy muy caliente como para resistirme a semejante hombre, Antonio no está y yo necesito quitarme todo el estrés acumulado.
-Romanov, ayudame con algo arriba, tengo que bajar cajas del ático.- empecé a subir las escaleras haciendo sonar mis tacones, escuché sus pasos detrás, abrí la puerta de mi habitación, me quité los zapatos y esperé a que entrara.
-¿Elizabeth? - lo tomé del cuello de la camisa, cerré la puerta y le plante un beso al que él no pudo negarse, huele maldita y exquisitamente bien, lo empujé hacia la cama y frente a sus ojos me quité la blusa, me desbroché el brasier.
Sonrío malévolamente y me atrajó hacia él tirando de la pretina de mi short. Empezó a besar mi abdomen dando pequeños mordiscos, eso me gustaba de Enzzo. Fue subiendo hasta que tomó mi pezón que ya estaba duro en su boca, tiré mi cabeza hacia atrás soltando un gemido, sus dedos se ciñen a mi piel, la punta de su lengua se desliza hasta mi short.
-Voy a follarme a mi jefa.
Se puso de pie, me lanzó a la cama, se quitó la camisa y puede jurar que eso me hizo mojar más, su abdomen malditamente duro y sus tatuajes me vuelven loca. Se desabrochó el pantalón hasta que quedó en el suelo, hizo lo mismo con mí short, tiró de mis tobillos dejando mi culo casi al aire.
Se arrodilló frente a mí, corrió mis bragas hacia un costado y fue ascendiendo de beso en beso, hasta que la punta de su lengua se movió entre mis pliegues haciéndome arquear la espalda. Sus dedos se introdujeron haciéndome gemir más fuerte, su boca tomó control total de mi clítoris.
Oh dios sálvame de esta nueva droga, me han roto el corazón demasiadas veces, y vuelvo a caer como una estúpida que finge que el agujero negro no está allí esperando el fuego infernal, soy yo, siemplemente quiero volverme ciega y estúpida, porque así lo prefieren ellos, haciendo bien o no, me he dado cuenta que puedo tenerlo todo, con un arma y autoridad nadie puede culparme de mis actos y sacrificios.
-Te necesito dentro de mí.- subió hasta mí y me besó bruscamente como solo él sabe hacerlo. Liberó su falo erecto y sin esperar un segundo me dió una brusca embestida que me hizo retorcer los pies del dolor.
Sus manos apretando mi cadera y el sonido de nuestros cuerpos mezclado con la desesperación y los gemidos me excitaban aún más.
Salió de mi sin terminar, me hizo girar y luego levantó mi cadera de golpe dejándome a cuatro patas, escuché como desgarró mis bragas y se introdujo en mí.
ESTÁS LEYENDO
Red Romance
Teen FictionEl balance perfecto entro lo bueno y lo malo. El poder y la venganza nace en el seno de una mujer. La soledad y el amor se verán perversos y oscuros.