CAPÍTULO #11

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Terminé mi rutina estricta de ejercicio, jugué un rato con Arthur y luego entramos a desayunar. No he visto a Enzzo desde anoche, supongo que sigue dormido.

-Buenos días amore mío.

Ay no, este imbécil.

-No creí que volverías tan pronto.- beso mi cabeza y revolvió el cabello de Arthur.

-Quería que vayamos a Mónaco lo antes posible, necesito pasar tiempo contigo.- sonreí. Trae una bolsa de mi tienda, me sacudí las manos para tomar la bolsa.

-Exclusivamente para mí reina.

Es un vestido sencillo, beige, la parte de arriba es de corset y las tiras largas para formar listones sobre los hombros, la falda es hasta las rodillas y se complementa con un tul por debajo para hacerlo ver estilo princesa.

-Precioso.- sonreí y dentro viene una carpeta.-¿Se te han quedado documentos?

-Son los dominios, todos a tu nombre, eres dueña del setenta por ciento de la librería más grande del mundo.

Hice puchero y fingí llorar.

-Eres el mejor mi amor.- le lancé un besó. Carlota llegó con mi té verde caliente.- Se lo puedes dar a Massimo por favor, que lo cuide como oro en polvo.

-Sí señora.

-¿Puedo irme ya? Quisiera ver televisión un momento.

-Si mi amor, ve, que Carlota te de un baño y luego miras la tele, pero solo un rato.- asintió.- Mi beso.- me incliné y dió un beso en mi mejilla y se fue con Carlota de la mano.

-Lo engríe demasiado.

-Que bueno que no tuvimos hijos.- le di un sorbo a mi taza.-¿Dónde está Romanov?

-No es tu perro, deberías saberlo.

-¡Alguien que busque al Ruso! - grité para que me escucharán los custodios.

-El señor Romanov se encuentra en la villa, está con el equipo del señor Morelli.- miré a Antonio y él se encogió de hombros.

-¿Qué? No puede estar siempre pegado a tí, tiene que hacer vigilancia y algún que otro trabajo sucio.

Su teléfono empezó a sonar, colocó el altavoz.

-¿Qué?

-Hay una mujer muerta en el Lobby.- sus ojos se posaron en mí.

-¿Cómo que una mujer? Nadie tiene acceso a esa villa, mierda.- se puso de pie.

-Voy contigo.

No protestó, me di una ducha fugaz, me cambié rápidamente, unos jeans y una básica. Nos subimos a su auto y condujo rápido hacia la villa, suda sutilmente y repiquetea los dedos sobre el volante.

Descendí del auto viendo a Enzzo a un costado ¿Porque será que el negro te sientes tan malditamente bien, Romanov!? Joder como con verlo puedo poner cachonda.

-¿Qué sucede? - preguntó a sus hombres.

-No tienes que moverte si yo no te lo autorizó, tu eres mío, trabajas para mí, no para mí esposo ¿Quedó claro?

-Sí señorita- dijo con los dientes apretados.

Se que le molesta que le hable así, cuando él sabe que tiene más autoridad sobre mí que cualquier otro.

-Estuvimos cuidando el perímetro como lo pidió y, por la ventana vimos un cuerpo, rodeamos hacia la otra ventana y confirmamos que se trata de una mujer de unos veinte años.

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