CAPÍTULO #24

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ELIZABETH 

La semana después de mi boda fue estresante, tuve que buscar una casa para mí madre y mi hermano, despedí a papá y a Marie quien volvió a sus labores en el ejército, Derek se fue a Rusia a pasar año nuevo con su novia.

Mamá tuvo que estar en una corte por la custodia de Eddie y al final todo salió bien. También compramos una casa, bueno dos, me gustó una en la costa, con playa privada y demás, perfecta para las vacaciones.

Así mismo la oficina ya está lista y ahora Massimo y yo estamos en el proceso de selección.

-Gracias, siguiente- dije

Un joven ingresó, sonreí esperando a que tomara asiento pero sacó un arma de su cintura y me apuntó directamente.

-De pie, ahora y dile a tu perro que no interfiera o te meteré una bala en la cabeza.

Levanté las manos poniéndome de pie. Lyon se acercó con el arma en mano y negué, el hombre me tomó del brazo y colocó el arma en mi espalda baja.

Mire a Lyon, él ya sabe que tiene que hacer. Salimos de la oficina por la puerta trasera que no sabía que existía pero este hombre al parecer conoce el perímetro.

-Súbete- me subí a la camioneta negra con película oscura, mantuve la calma, quien conduce es una mujer de lentes de sol, cabello corto rojizo, gorra y cubrebocas.

-¿Qué es lo que quieren?

-Nos envían a desaparecerte, espero que tú esposo haya leído la carta, que confíado es.

-¿Están seguro de lo que están haciendo?

No respondieron, suspiré viendo a mis costados, las motos nos alcanzaron y sonreí, miré al chico de traje.

-Hubieras ganado más trabajando para mí empresa que haciendo el trabajo sucio, ahora vas a morirte.

-Callate puta- me lanzó una cachetada que terminó rompiendo mi labio, regrese mi mirada al chico.

-No sabes lo que has hecho, te vas a ir al infierno, el diablo te matará.

-No si yo te maté primero- colocó el arma en mi sien.

-No la mates estúpido de mierda, la quieren viva para torturarla- dijo la chófer.

Mi arma seguía en mi sien mientras el auto llegaba a una vieja fábrica, los custodios en la moto me han alcanzado y mi esposo llegará en cualquier momento.

Me bajaron del auto con el arma apuntando mi espalda nuevamente, camine entre la maleza y el olor a orines me hizo vomitar a un costado antes de entrar.

Me sentaron en una vieja silla, me amarraron los pies a la misma y las manos hacia atrás, sentí como la soga se rodó de mis tobillos, para atar una maldita cuerda no son buenos.

-Carajo- el chico se inclinó y, cuando sentí que quitó la cuerda, levanté mi pie y clavé mi tacón de aguja en su pierna haciéndole gritar, envolví mi piernas en su cuello y las apreté con fuerza.

-Suéltalo ahora- apuntó la mujer, hice más presión, sabía que ella no podía matarme.

Escuché el disparo que pasó cerca de mi brazo y solté al hombre que se alejó recobrando el aliento y sangrando un poco por la herida.

La puerta se abrió de golpe y un escuadrón entró armado.

-¡Al suelo, suelten las armas! ¡Tirala, ahora!

Ambos se tiraron boca abajo y lanzaron el arma, la mujer me miró y yo sonreí, Lyon se acercó y me desató, acomodé mi escote y vi a mi esposo entrar.

Red RomanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora