CAPITULO 30 (ELOISE)

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¿Algo tan bueno cómo esos rollos podía hacerme morir? Bueno, no exactamente los rollos, pero sí esa supuesta especia que los hacía tan deliciosos. No era justo.

Aunque mi garganta había dejado de arder aún sentía ese leve hormigueo en mis labios. Mis brazos poco a poco fueron regresando a la normalidad. Esas pequeñas manchas rojas estaban desapareciendo.

No quería imaginarme cómo estaría si Asher hubiera tardado unos minutos más para colocarme esa inyección.

Seguí a Lillian hasta uno de los baños en el primer piso. Abrió la puerta para mí, pero tropecé con mis propios pies cuando ella se apresuró para entrar junto a mí.

—Disculpa.

Cerró la puerta detrás de ella.

Me sostuve en el estante de toallas enrolladas para recuperar el equilibrio.

Lillian lucía asustada y al mismo tiempo decidida de estar aquí conmigo.

—Lo siento pero estoy preocupada por Asher y necesito que me digas qué haces aquí.

—No puedo responderte eso. Tendrás que preguntarle a él.

—Ya lo hice.

—Entonces tendrás que esperar a que quiera decírtelo.

Lillian estrechó los ojos.

—Asher es cómo un hermano para mí y no sabes lo que ha pasado con él. Por eso necesito...

La corté.

—Lo sé. Asher me lo dijo. Sé la historia de su madre y toda la mierda sobre su familia.

Lillian parecía conmocionada.

Abrí la llave del lavamanos y me apoyé con ambas manos. Me sentía cómo si hubiera corrido por horas.

Maldita reacción alérgica.

—Asher confía en ti —dije—, así que trato de hacer lo mismo. Iván y tú podrían seguir su ejemplo y darme el beneficio de la duda.

—Pero no tengo idea de cuáles son tus intenciones.

—Y yo sólo sé que ustedes quieren a Asher, y eso es suficiente para mí. Estamos aquí porque es una buena persona así que les pido que confíen en él. —Respiré hondo y lavé mi rostro con agua—. Estoy aquí porque tengo mucha gente que me importa. Asher también es una de ellas.

No vi el rostro de Lillian hasta que me sequé el rostro con una de las toallas. Su expresión se había vuelto serena a pesar del miedo en sus ojos.

Así luce una persona que está cansada de ver a sus seres queridos cometer errores.

Lo sabía por cómo Orión me había mirado antes de irme. Lillian temía por Asher y lo entendía, así cómo Orión temía por mí al involucrarme en esta misión suicida.

—Si quieres saber algo de mí... —empecé a decir—. Mi madre. Una de las razones por las que estoy aquí es porque necesito saber qué ocurrió con ella.

Lillian frunció el ceño.

—¿Tu madre está aquí?

—En El Asilo. Es una larga historia pero Asher y yo tenemos más en común de lo que crees.

Ella no dijo nada por unos segundos. Luego se aclaró la garganta y alisó su uniforme con un movimiento rápido.

—Espero que todo salga cómo planean.

—Gracias.

—¿Cómo te sientes?

—Mejor. Solo un poco mareada.

Corruptos [PRIMERA PARTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora