No vi a Zack, Irina o a Viktor por ningún lado cuando entré. Eché un vistazo al comedor. Nadie estaba allí. La mesa ya estaba impecable con todos los adornos encima. Como si estuviera esperando la próxima actividad.
Caminé de vuelta a las escaleras y me dirigí al segundo piso. Si a la luz del día la mansión me había resultado aterradora ahora estaba tentada de correr a esconderme como una niña pequeña. Los pasillos estaban apenas iluminados con luces amarillas, ni siquiera la luz de la noche que entraba por los ventanales ayudaba mucho. Por alguna razón los pasillos lucían interminables, cómo si fueras a desaparecer dentro de ellos. Tampoco se escuchaba ningún sonido, y casi di por hecho que estaba sola en este lugar.
Pensé en el despacho de Viktor. No estaba muy lejos de él. Quedaba de camino a la habitación de Asher.
Bueno... Siempre podía decir que estaba perdida.
Asher va a matarte.
Apagué esa voz en mi cabeza y crucé el pasillo.
Las puertas dobles estaban abiertas a diferencia de esta tarde. Asomé la cabeza para asegurarme de que no hubiera nadie. Di un paso al frente con cautela.
El despacho de Viktor era bastante grande teniendo en cuenta lo que había en la habitación. Su escritorio estaba acompañado de una silla de cuero rojo vino. Detrás de él había un estante de madera con una maqueta a escala de la ciudad de Vanix. Justo en el centro y rodeada de libros. Me acerqué para verla mejor. Lucía tan real cómo una fotografía. Reconocí el puerto con el crucero Castle en miniatura. Cada detalle estaba ahí, desde las luces de los edificios hasta los vehículos en las calles. Quien sea que haya hecho eso merecía más crédito. Era una obra de arte.
Eché un vistazo al escritorio, y lo que vi me hizo fruncir el ceño. Había cartas encima de la mesa. Todas estaban en sus respectivos sobres a excepción de una.
La tomé en mis manos y leí el pequeño párrafo.
"Gracias por su apoyo constante. Agradecemos sus esfuerzos por mantener El Recinto a flote. Todo marcha de maravilla."
El nombre al pie de la página cortó mi respiración.
Orión.
A pesar de las lágrimas que se acumularon en mis ojos me apresuré para abrir otra de las cartas. Era la misma hoja amarillenta. El mismo mensaje escrito con otras palabras. Diciendo que todo estaba excelente. Agradeciéndoles...
Apreté los dientes.
Me dije a mí misma que las cartas eran falsas y que Viktor sólo las había falsificado para encubrir su asqueroso trabajo. Orión nunca se atrevería a escribir algo así.
Pero lo hizo. Están escritas a mano.
Y era su maldita letra.
Me llevé una mano al pecho por el dolor.
¿Por qué?
¿Por qué rayos había escrito una mentira cómo esa sabiendo que apenas podíamos sobrevivir con el supuesto apoyo de los Deimos?
Un grito casi se escapa de mis labios cuando las luces del despacho se encendieron. La carta cayó de mis manos.
Viktor estaba en el umbral de la puerta. Tenía los brazos cruzados cómo si llevara horas observando.
Tragué el nudo en mi garganta y controlé mi expresión. Era probable que luciera al borde de las lágrimas.
—Lo siento, señor, no... no quería ser entrometida.
—Oh no, querida. Por favor, continúa.
—Solo... hmm... solo quería ver la maqueta de la ciudad.
Sus cejas se fruncieron de forma exagerada.
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Corruptos [PRIMERA PARTE]
RomanceÉl tiene la oportunidad de cambiarlo todo. Ella está dispuesta a arriesgar su vida. Después de La Crisis, solo las familias privilegiadas pueden permitirse vivir en Vanix. Una ciudad de poder desmedido y lujos excesivos que ningún ciudadano pensaría...