CAPITULO 9 (ELOISE)

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Me obligué a apartar las lágrimas de camino al edificio. Pero el causante de ellas estaba justo detrás de mí. Las palabras de Asher me provocaron un nudo en la garganta, y todo por razones que me hacían querer sonreír cómo una tonta.

Después de todo, sí coincidía con él. Si todo funcionaba cómo esperábamos también me gustaría saber que él estaba bien allá en Vanix. No estaríamos tan lejos del otro.

¿Por qué te importa?

No estaba segura. Y de paso, tampoco estaba segura de querer descubrir por qué.

Entramos al edificio y cerré las puertas. Solo habían encendidas cuatro lámparas de aceite a esta hora. La poca luz y el sonido de los relámpagos me estremecieron. Aunque odiara admitirlo hubiera sentido miedo si Asher no estuviera a mi lado haciéndome compañía.

Me sacudí lo mejor que pude las gotas de lluvia y lo miré.

—Quítate la ropa.

Asher estrechó los ojos con una risa.

—Tus ganas de verme desnudo están cada vez peor.

—Es para que no mojes tanto el piso, pervertido. Tienes que buscar tu ropa seca y la mía. Por favor.

—¿Por qué no vas tú?

—Ya quisieras.

Él parecía intrigado de verdad.

—¿Qué? ¿No usas ropa interior?

—Voy a golpearte. En serio.

Él lanzó un suspiro antes de hacer lo que le dije. Se quitó la camiseta llena de tierra y los pantalones junto con sus zapatos.

Inconscientemente me eché a reír. No pude evitarlo.

—Si alguien nos ve va a necesitar unas cuántas explicaciones.

—No muchas si quieres que mienta y diga la más obvia.

Mi risa se apagó al instante. La diversión se convirtió en preocupación, las mejillas se me calentaron por imaginarme esa escena. Que alguien pensara que estaba en una cita sexual bajo la lluvia con Asher no me dejaría dormir por el resto del año.

—Hmm... —Intenté con todas mis fuerzas dejar de visualizarlo—. Vete. Dejé mis cosas en la cama antes de salir a salvar mis plantas.

—De acuerdo.

Él se dirigió a las escaleras con toda la confianza de una persona que no le importaba andar en su bendita ropa interior por ahí. Y tuve que obligarme a no fijarme en su cuerpo esbelto y marcado mientras caminaba.

¡Ya basta de tus fantasías!

Me encaminé hacia las regaderas y encendí la lámpara. Las duchas eran apenas cinco cubículos de dimensiones reducidas.

Dejé mis botas debajo del banquillo de la esquina y entré al primer cubículo. Me deshice de mi ropa mojada y me quedé en bragas esperando que Asher volviera.

—¿Eloise?

—Aquí.

Él colgó mi toalla en la puerta junto con unos pantalones cortos de pijama y una blusa de tirantes.

—¿Dónde están...?

Casi me golpeo la frente al haber olvidado ese detalle.

—¿Tus bragas? —preguntó Asher desde el otro lado—. Pensé que no usabas.

—¡Sí uso!

—No las vi.

—¡Pues qué bueno! Así evitamos que esto sea más incómodo.

Corruptos [PRIMERA PARTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora