𝟎𝟐𝟐 - 𝙋𝙧𝙤𝙛𝙪𝙣𝙙𝙤

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- XXII -

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La oficina de Negai estaba envuelta en una tenue luz proveniente de una lámpara en la esquina. El ambiente se sentía tranquilo, casi íntimo, con el eco lejano de las actividades del resto de la base resonando débilmente en las paredes. El sofá de cuero donde ambos estaban sentados crujió cuando Negai cerró el grueso libro. Hawks la observaba con su mirada juguetona, sus alas ligeramente extendidas como si quisieran proteger la atmósfera entre ellos.

Negai, con su tono curioso pero serio, comenzó a poner a prueba a Hawks. ─Bien, vamos a ver si aprendiste lo que leímos sobre los pecados esos─ dijo ella, tratando de mantener su postura concentrada, pero la chispa de interés brillaba en sus ojos.

Hawks esbozó una sonrisa pícara. ─Ah sí, los capitales... Pregúntame entonces, mi amor─ respondió, dejando entrever esa familiar diversión que parecía encender cualquier conversación que tuviera con ella.

─¿Qué es... la gula?─ preguntó con ese brillo de inocencia que a veces... desarmaba a Hawks, como si fuera una estudiante diligente repasando una lección.

─Pues... comer y beber en exceso, ¿no?─ contestó él.

Negai asintió, aparentemente satisfecha. Pero rápidamente volvió a abrir el libro, buscando la siguiente prueba. ─¿Y qué es la avaricia?─ leyó la definición mientras lo cuestionaba, su mente ocupada en desmenuzar la palabra.

─Uh, cuando tienes un amor exagerado por el dinero... creo─ respondió Hawks con un gesto despreocupado, inclinándose un poco hacia ella, disfrutando del momento.

Negai no se detuvo, su voz fluía con curiosidad. ─¿Y la ira?

Hawks sonrió, no tuvo que pensar mucho. ─Dabi─ respondió con seguridad, conociendo muy bien el temperamento de su cuñado.

─¿Qué hay de la lujuria?─ preguntó ella, sus ojos todavía en el texto de la ira, completamente ajena a lo que estaba provocando.

Hawks sonrió más ampliamente, y su postura cambió. Se inclinó hacia ella, su mano deslizándose suavemente hasta la cintura de Negai, sus dedos apenas rozando su piel a través de la tela de su ropa. ─Si quieres, te lo demuestro...─ Su voz tenía un tono grave, más bajo, una clara invitación que Negai, en su inocencia, no alcanzaba a captar del todo.

Negai bajó el libro, parpadeando curiosa, como si estuviera a punto de hacer una pregunta más, cuando de repente, la puerta se abrió con un chirrido, rompiendo la burbuja que los envolvía.

─Hawks, Negai... ¿puedo entrar?─ la voz inocente y suave de Hoshino resonó en la habitación, haciendo que ambos se sobresaltaran levemente. El niño, vestido con un suéter demasiado grande para su pequeño cuerpo, entró tímidamente, sin darse cuenta de la escena que interrumpía.

Hawks se enderezó, su tono coqueto desapareciendo por completo mientras Negai dejaba el libro, dejando escapar un suspiro suave.

─Claro, Hoshino, ¿qué necesitas?─ preguntó ella, volviendo a su habitual compostura frente al pequeño, mientras Hawks solo sonreía, claramente divertido por la interrupción.

𝐈𝐍𝐂𝐋𝐔𝐒𝐎 𝐒𝐈 𝐌𝐄 𝐓𝐑𝐀𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍𝐀𝐒 | HawksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora