Era un día soleado, y la luz dorada bañaba el pequeño patio frente a la casa de la familia Todoroki. Toya, concentrado y lleno de energía, lanzaba una pelota contra la pared, atrapándola con precisión en cada rebote. El sonido rítmico de la pelota golpeando la pared y su voz de aliento en cada atrapada creaban una melodía alegre y dinámica en el aire.
Mientras tanto, Negai se encontraba agachada en la acera, buscando unas pequeñas florecitas que asomaban tímidamente entre las grietas del pavimento. Sus dedos delicados recogían las flores, y su cara se iluminaba con una sonrisa cada vez que encontraba una nueva. El aroma de las flores y el calor del sol la envolvían en una sensación de paz y alegría.
De pronto, un niño del vecindario, Riku, se acercó a Negai. Era un amigo cercano de su edad con el que solía jugar y compartir muchas risas. Riku llevaba una pequeña canasta de mimbre en la mano, y su rostro estaba adornado con una sonrisa amistosa.
─¡Hola, Negai!─ exclamó Riku. ─¿Qué estás haciendo?
Negai levantó la vista, su sonrisa ensanchándose al ver a su amigo.
─¡Hola, Riku! Estoy recogiendo estas flores para hacer un ramo. ¿Quieres ayudarme?
Riku asintió con entusiasmo y se agachó junto a ella, comenzando a buscar flores en el suelo. Mientras trabajaban juntos, conversaban animadamente sobre sus juegos y sus planes para el día. La atmósfera estaba llena de risas y charlas alegres.
Desde su posición, Toya observaba con un ceño fruncido, su concentración en el juego de la pelota se veía interrumpida por la presencia de Riku. No le gustaba que alguien más se acercara a su hermana, aunque entendía que Riku era un amigo. Sin embargo, la protección que sentía por Negai no conocía límites, y cualquier otra persona cerca de ella le generaba incomodidad.
Toya apretó los dientes y miró de reojo, tratando de ignorar el malestar que sentía. Decidió dejarlo pasar por ahora, permitiendo que Negai disfrutara de su tiempo con su amigo mientras él seguía con su juego, aunque sin poder evitar sentir una ligera preocupación.
O al menos así fue hasta que Riku, en un gesto inocente por la niñez, se acercó a Negai y le dio un beso en los labios. El contacto fue breve y ligero, un piquito rápido que era más una travesura infantil que una declaración de afecto. Sin embargo, para Toya, ese simple gesto fue suficiente para que su mundo se tambaleara.
La pelota que Toya estaba aventando se detuvo abruptamente en el aire al ver la escena. Su mente se nubló de rabia y celos al darse cuenta de lo que acababa de suceder. Sin pensarlo dos veces, dejó la pelota caer al suelo y se acercó a ellos con los puños apretados.
─¿Cómo te atreves?─ rugió, su voz cargada de furia contenida. El desdén y el odio estaban claros en sus ojos mientras se acercaba a Riku, quien se quedó paralizado ante la repentina confrontación.
─Negai se giró, sorprendida por la repentina ira de su hermano─ Su rostro se enrojeció de vergüenza y confusión al ver la reacción de Toya. Mientras tanto, Riku se quedó quieto, sin saber cómo responder ante la reacción de Toya.
Toya no podía contener su rabia. La idea de que alguien más se atreviera a acercarse a su hermana y mostrarle un gesto de cariño, incluso en su forma más inocente, lo enloquecía. Para él, Negai era su tesoro más preciado, y el menor atisbo de intrusión era inaceptable.
─Toya, cálmate─ dijo Negai mientras trataba de calmar la situación.
Toya la ignoró por completo, su atención fija en Riku, mientras una sombra de furia atravesaba su rostro. La situación, que había comenzado como una tarde tranquila y soleada, se había transformado en un campo de batalla emocional, donde los límites de la protección y la posesión se desdibujaban.
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𝐈𝐍𝐂𝐋𝐔𝐒𝐎 𝐒𝐈 𝐌𝐄 𝐓𝐑𝐀𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍𝐀𝐒 | Hawks
Fanfiction𝐄𝐍 𝐔𝐍 mundo dividido por la lucha entre el bien y el mal, el héroe numero dos de Japón recibe una misión insólita: infiltrarse en la base de los villanos y seducir a la villana más vulnerable para extraer información crucial. Con una estrategia...