ʟᴏꜱ ᴛʀᴇꜱ ʜᴏᴍʙʀᴇꜱ ᴅᴇ ɴᴇɢᴀɪ

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Para Dabi, el simple hecho de que alguien se atreviera a ponerle las manos encima a su hermana lo descomponía por dentro. Negai no era cualquier persona, no era alguien que pudieras simplemente acercarte y tocar sin más. Para él, ella era como una estrella distante, brillante pero inalcanzable.

Él, un hombre que ha visto y hecho cosas inimaginables, ahora incapaz de controlar la furia que lo consume por dentro. La imagen de Negai riendo con Hawks, como si el resto del mundo se hubiera desvanecido, era como una cuchillada lenta. Sentía como si esa risa que una vez fue solo suya, ahora estuviera compartida con alguien que jamás merecería escucharla. Y no era cualquier risa, era una risa sincera, esa que revelaba el lado vulnerable que tanto se había esforzado en esconder. Para él, Hawks no era más que un halcón carroñero, esperando el momento justo para lanzarse sobre su presa.

Su sonrisa, esa que encantaba a tantos, a Dabi le parecía vacía, como una máscara que ocultaba oscuras intenciones. Pero, ¿qué era lo peor de todo? Que Negai parecía no verlo. Parecía estar cayendo en la misma trampa que tantas veces él había visto atrapar a otros.

Es como si hubiera un fuego incontrolable ardiendo en el pecho de Dabi, alimentado por la mezcla de amor fraternal y una profunda desconfianza. Esos dos sentimientos se entrelazaban como llamas y viento, formando un remolino de emociones que ni siquiera él sabía cómo manejar. El fuego que corría por sus venas, ese que quemaba sin piedad todo lo que tocaba, era ahora la representación física de lo que sentía.

¿Cómo es posible proteger a alguien cuando la única persona de la que deberías salvarla es la misma que ella ha elegido?

Y es que Dabi nunca confió en Hawks.

Desde el principio, supo que algo en él no cuadraba. Era como si cada gesto suyo estuviera calculado, como si sus palabras fueran veneno disfrazado de dulzura. Pero Dabi no había detenido su acercamiento, no. Al contrario, permitió que Hawks permaneciera cerca, como un jugador que permite que su oponente avance para observar su estrategia. "Mantén a tus enemigos cerca para vigilarlos de cerca" siempre había sido su lema. Pero lo que nunca pudo anticipar fue que, en ese proceso, su hermana quedaría atrapada en el juego.

Verla cambiar lo llenaba de miedo, y no era un miedo común. Era el tipo de miedo que te paraliza, el que te hace sentir que has perdido el control. Negai, la misma chica que siempre fue fuerte y distante, ahora se veía más abierta, más expuesta, como una flor que se abre lentamente al sol. Pero este sol no traía luz, solo sombra.

Hawks se estaba metiendo en su territorio, y para Dabi, eso era inaceptable.

La sensación era como si un depredador hubiera cruzado la línea invisible que separaba lo que le pertenecía de lo que no debía tocarse. Hawks, con su arrogancia despreocupada y esas alas rojizas que parecían atraer la atención de todos, ahora estaba invadiendo el espacio más sagrado de Dabi: su hermana. Dabi lo había permitido, en parte para ver hasta dónde llegaría, y en parte porque, en el fondo, tenía la esperanza de que Negai lo viera tal como él lo veía: un traidor enmascarado bajo una fachada encantadora. Pero las cosas no iban como esperaba.

Hawks no solo estaba jugando su papel, estaba ganando terreno en un espacio que nunca debería haber sido suyo. Esa confianza despreocupada, esa sonrisa fácil... Todo era una trampa, y Negai parecía estar cayendo directo en ella.

Era como si Hawks hubiera tomado una llave y estuviera forzando la puerta de un lugar que Dabi consideraba exclusivamente suyo. Ese territorio emocional, ese rincón donde solo él conocía las grietas y vulnerabilidades de su hermana. Cada vez que veía a Negai abrirse más a Hawks, cada vez que escuchaba una risa compartida o los veía susurrando de manera cómplice, sentía como si le estuvieran arrebatando algo.

𝐈𝐍𝐂𝐋𝐔𝐒𝐎 𝐒𝐈 𝐌𝐄 𝐓𝐑𝐀𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍𝐀𝐒 | HawksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora