𝐄𝐍 𝐔𝐍 mundo dividido por la lucha entre el bien y el mal, el héroe numero dos de Japón recibe una misión insólita: infiltrarse en la base de los villanos y seducir a la villana más vulnerable para extraer información crucial. Con una estrategia...
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- XIV -
─¡Quítate de encima, puto psicópata!─ se quejó Negai, su voz llena de frustración y enojo.
Shigaraki estaba sobre ella, sometiéndola con fuerza, sus manos apretando sus muñecas contra el suelo. Sus ojos irradiaban ira, una ira obsesiva alimentada por la posesividad que sentía. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso, su respiración entrecortada por la rabia.
─Si no te quitas voy a llamar a mi hermano...─ amenazó Negai, tratando de sonar firme a pesar del miedo que sentía.
Shigaraki soltó una risa amarga y sarcástica, inclinándose más cerca de su rostro. ─¿Y qué esperas que él haga? ¿Va a quemarme con sus manitas?
─Estás loco... no sé qué te hice ahora, pero quítate...─ suplicó ella, sintiendo el peso de su cuerpo y la presión de sus manos cada vez más intensas.
La razón detrás de la furia de Shigaraki era clara: se había enterado de que Negai había pasado más tiempo con Hawks, y una sensación de celos retorcidos invadía su estómago, retorciéndolo de rabia. No podía soportar la idea de que alguien más se acercara a ella, de que alguien más pudiera tener su atención.
¡Qué complicado es el juego de los celos! A veces, la simple presencia de otra persona puede desencadenar una tormenta interna, especialmente cuando sentimos que estamos perdiendo algo que consideramos nuestro. Shigaraki, atrapado en su propio torbellino de emociones, no podía evitar dejarse llevar por esa sensación de posesión y celos.
Era una obsesión enfermiza que lo consumía por completo, sentía como si algo en su interior se desgarrara.
Esta obsesión no solo lo mantenía en constante estado de alerta, sino que también distorsionaba su percepción de la realidad, llevándolo a actuar de manera cada vez más errática y peligrosa.
¿No es fascinante cómo las emociones más intensas pueden consumirnos y hacernos perder el control?
─No es lo que hiciste, Negai─ gruñó Shigaraki, su voz temblando de furia ─Es con quién estuviste. ¿Crees que no sé sobre Hawks? ¿Crees que puedes pasar tiempo con él y luego venir aquí como si nada?
─¿Venir como si nada..?─ repitió. ─¡Fuiste tú quien me llamó, yo no quería venir!
─Te advertí que no te acercaras a él.
Negai sintió una oleada de miedo mezclado con indignación. ─¡No tienes derecho a controlarme!─ gritó, intentando liberarse de su agarre, pero él era demasiado fuerte.
Shigaraki la miró fijamente, sus ojos rojos brillando con una intensidad peligrosa. ─No entiendes, Negai. Tú me perteneces. Nadie más puede tenerte, nadie más puede acercarse a ti.
─¡Estás enfermo!─ Negai escupió las palabras, su respiración rápida y entrecortada. ─No soy tu propiedad, idiota.
La ira de Shigaraki creció aún más ante sus palabras, y apretó sus muñecas con más fuerza, sus dedos casi cavando en su piel. ─Te estoy protegiendo, Negai. ¿No ves? Hawks no es de fiar. Él te hará daño.
